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José Luis Perdomo, integrante de la dirección Sunca en la clandestinidad. Secuestrado el 3 de mayo de 1980. Permaneció en el lugar hasta el 20 de junio de 1980 y luego fue trasladado al Batallón de Infantería 14 y en setiembre del mismo año al Penal de Libertad.

Entrevista realizada por Fabiana Larrobla (C. Políticas) y Maricel Robaina (Psicología).

ya desde el mes de abril ya había toda una apuesta por parte de la fuerza represiva que nos estaban buscando sin saber la identidad más que "el Negro”. Porque sabían que andábamos a la sombra en las obras, que hacíamos asambleas clandestinas de 5 o 10 minutos simplemente para la presencia de un boletín informativo, una mariposa, para que los trabajadores tuvieran en conocimiento de que el sindicato seguía peleando como peleó en plena dictadura cuando se quiso eliminar la ley de unificación de la construcción,

Fragmento de la entrevista

Transcripción completa de la entrevista

02:49:04

JOSÉ LUIS PERDOMO: Soy José Luis Perdomo Tricot, 65 años, obrero de la construcción. Venimos a recomponer un poco parte de la historia que ha quedado media en el olvido; cuando en el año 80, mayo del 80 nosotros somos detenidos en la calle, en un operativo que era una ratonera en realidad, el 3 de mayo del año 80, en una obra de Pintos Risso. El túnel de 8 de octubre, en la entrada del túnel fue el fenómeno, un sábado 3 de mayo a las 10 de la mañana.

 

03:38:15

 

JLP: Nosotros, junto con otros compañeros éramos los dirigentes del gremio de la construcción, que fuimos tomando por relevo de necesidades la posta de la conducción del gremio, aquellos que estábamos dispuestos a hacerlo. Ya habían caído varias generaciones de dirigentes del gremio del 73 para adelante, por lo tanto fuimos tomando la posta otros.

 

04:32:10

 

JLP: En ese contexto, donde nosotros somos detenidos, ya desde el mes de abril ya había toda una apuesta por parte de la fuerza represiva que nos estaban buscando sin saber la identidad más que «el Negro”. Porque sabían que andábamos a la sombra en las obras, que hacíamos asambleas clandestinas de 5 o 10 minutos simplemente para la presencia de un boletín informativo, una mariposa, para que los trabajadores tuvieran en conocimiento de que el sindicato seguía peleando como peleó en plena dictadura cuando se quiso eliminar la ley de unificación de la construcción, ¿no? Que fue en octubre del 74.

 

05:39:15

 

JLP: Yo caí con 22 años en la cárcel.

 

06:09:19

 

JLP: Esas detenciones fueron aisladas. Porque para el 1º de mayo del año 80 fue cuando la dictadura decidió correr el 1º de mayo para el 5 de mayo.

 

06:35:23

 

JLP: Nosotros quisimos marcar la presencia y ya desde abril estábamos con presencia nuestra en las obras, pintadas, todo lo que se podía hacer y con lo numérico que teníamos de seres humanos.

 

07:04:18

 

JLP: A nosotros nos agarraron las fuerzas.

 

ENTREVISTADORAS: ¿Se presentaron?

 

JLP: No, para nada.

 

E: Estaban de civil?

 

JLP: Estaban de civil, en autos particulares. Cuando a mí me detienen, me detienen en una obra de Pintos Risso. Yo entro a la obra, paso de largo por la obra porque veo un ambiente raro, de gente que no era de la obra, y cuando voy saliendo alguien gritó. Entonces ellos se dieron cuenta que era yo. Entonces yo corrí pero ellos salieron, tiraron las palas que estaban simulando trabajar y me agarraron en la boca del túnel.

 

07:43:15

 

JLP: Era una ratonera, estaban esperándome, como lo hicieron con muchos compañeros. Y ahí yo recuerdo que me tiran al piso con la misma campera que tenía yo, me envuelven la cabeza. Veo dos Volkswagen, uno rojo y uno blanco, ellos me meten en uno y se van en el otro. La última imagen que tengo de Montevideo es un trolley que se va metiendo en el túnel y que para, y que la gente ve toda la imagen.

 

08:14:06

 

JLP: Aparezco en el CGIOR, que lo reconozco después al CGIOR, sabemos que era un centro clandestino de detención por los adoquines.

 

08:37:20

 

JLP: Un día vamos al baño arriba, subiendo una escalera, y podemos ver lo que era la automotora que estaba enfrente, que ahora es una gran iglesia, y sentíamos los motores de la vieja Onda. Entonces nos dimos cuenta dónde estábamos ahí, ya dentro de los días de tortura. Pero en esos momentos que aflojaban a uno, ibas al baño y por unas banderolitas sentíamos el motor de GM y vimos una imagen que nos hacía acordar a Passeggi, creo que era la automotora que estaba ahí enfrente.

 

09:32:02

 

JLP: Había 5 personas: tres que fueron en un Volkswagen con nosotros, dos atrás y uno conduciendo, y los otros dos se fueron en el otro vehículo.

 

11:17:11

 

JLP: El tema del interrogatorio y de los apremios físicos y la tortura – no hay apremio acá, hay tortura desmedida – empieza después. Primero te sacan fotos, te mantienen ahí, te conversan.

 

11:39:09

 

JLP: Ingresás vendado, esposado, vendado.

 

E: ¿Con qué te tapaban los ojos?

 

JLP: Ahí con una capucha de nylon verde. Cuando me meten en el auto me meten con una camperita que yo tenía, pero después ahí ya me meten una capucha que creo que era la propia capucha que tenían ellos para todos los interrogatorios.

 

12:15:00

 

JLP: Sacan fotos, pero todo clandestino, porque sacan fotos atrás de unos muebles. Como que eran fotos para ellos, porque no aparecen en ningún lado.

 

14:37:16

 

JLP: Me llevan para lo que viene a ser… en ese tiempo yo se lo describía al fiscal como un gimnasio. Era un gimnasio, piso de parquet, estaban todas las tarimas de madera para escalar contras las paredes y nosotros estábamos en círculo ahí en el piso tirados con su capucha y de cara a la pared.

 

E: Ya había gente cuando vos ingresás?

 

JLP: Sí, debíamos ser unos 70 los que llegamos, unos antes y otros llegamos después. Pero en un momento éramos como 70 personas metidos ahí adentro.

 

15:17:20

 

E: ¿Fueron muchos días de interrogatorio?

 

JLP: Nosotros llegamos ahí el 3 de mayo, fuimos al batallón 14 de paracaidistas, el de Toledo, el 20 de junio.

 

15:44:21

 

JLP: Los últimos días acá, después que los locos confeccionan, arman las historias, más o menos cómo está la cosa, nos procesan.

 

E: ¿Viene el juez sumariante, aparece el juez sumariante?

 

JLP: Nos llevan a algún lado y nos dicen que no podemos denunciar que fuimos torturados, que esto, que lo otro, porque si no va a ser peor. Todo eso. Entonces nos llevan a un lugar que era una oficina que era evidentemente militar.

 

E: ¿Pero ahí en el CGIOR?

 

JLP: No no, en otro lado. Nos conducen en un vehículo. No sé dónde era, pero podía ser el de Bulevar Artigas donde después funcionó el Supremo Tribunal Militar, donde estaba el coronel Silva Ledesma.

 

18:05:08

JLP: La clásica del bueno y el malo… te llevan a torturar.

 

E: ¿Eran 2?

 

JLP: No, eran muchos. Había uno que le decían «el viejo», que era el jefe. Era uno que tenía una cara como una persona que había tenido viruela, llena de pozos, que ese era de la Marina, «el viejo». Y había otro que también… después con el tiempo encuentran la dirección de la casa de mis suegros y van ahí. También uno de la Marina y uno del Ejército.

 

19:49:03

 

E: Contanos un poco, ¿cómo eran los métodos de tortura?

 

JLP: De todo tipo. Primero, para mí el que aún lo padezco era la desarticulación de los hombros, porque como tampoco había… te enganchaban unas muñequeras con las cadenas como esposas, te colgaban para atrás en un gancho. Entonces a los segundos después que te colgaban, que tus pies quedan en el aire, el dolor de acá es tan monstruoso que vos estás deseando después que pasa eso que no te desenganchen, porque si te desenganchan es peor todavía. Cuando te hacían eso te mojaban. La primera vez como un ingenuo… te están pegando, y te suben al gancho, y vos decís «pa, me mojaron, hay alguien que tiene un pequeño sesgo humano». Mentira, era para meterte la picana en los oídos, en los testículos, en todas las zonas más sensibles, la lengua. Y ahí tu cuerpo, naturalmente el cuerpo… entonces el dolor en los hombros no sabés lo que es.

 

21:09:17

 

JLP: Picana, te pueden picanear en cualquier momento, pero ese es el que surte más efecto porque los dolores son múltiples: son los hombros, acá (la cabeza), tu cuerpo, apenas en los dedos del pie te tocan, que no llegás a afirmar el pie para que no te duelan tanto los hombros, y con la picana tu cuerpo se hamaca. Después está el caballete, es como un caballete donde los locos te ponen ahí y parece que tu columna se va partiendo al medio porque son horas ahí.

 

21:57:09

 

JLP: A mí me pasó que también fui a una clínica clandestina, porque en un momento en un plantón ya de un día y algo, mi cuerpo se caía. Entonces me llevaron, vino un médico, me controló y dijo “este se queda” o “la queda”. Y me llevaron a algún lugar, una clínica de algún lado, porque… yo recuerdo que me sacaron. Y después me vuelven a traer de nuevo.

 

22:37:16

 

JLP: Los médicos te controlaban cuando vos te desvanecías, no era más que por el sueño, el sueño es una cosa monstruosa, un día y pico de plantón ahí, las piernas se te aflojan, te caés, todo. Te tocaban, te controlaban las pulsaciones, no sé qué… “dale, que este aguanta”.

 

23:48:22

 

JLP: Esto estaba todo preparado ya, porque estaba el submarino, que te colgaban y te metían con la propia capucha esa que si te desesperabas se te empieza a pegar, como una bolsa de nylon, se te pega en las fosas nasales, en la boca.  Y todavía la sensación de debajo del agua, es decir, los locos te colgaban y te zampaban en el tacho. Ahí hacían el tacho con todo el cuerpo, había otros tachos que lo hacían… eran más chicos.

 

24:21:11

 

JLP: Yo iba a una que era grande y estaba todo eso, porque te sacaban del tacho, te sentaban, te hacían esto, te conversaban.

 

E: ¿Sería tan grande como esta sala, más grande?

 

JLP: Más grande, porque además eso era alto.

 

E: Porque te colgaban, claro. ¿Y recordás si subías alguna escalera o algo?

 

JLP: No, era todo bajo lo que era el gimnasio. Recuerdo que nosotros salíamos del gimnasio y caminabas y te metías en las puertas que daban a la izquierda de lo que era el gimnasio. Pero eso lo reformaron, porque yo fui con el fiscal como testigo de Nirza, y yo le describí al fiscal todo y me dice “esas cosas están tal cual como están pero hay unas reformas que hicieron”. Había una escalera al final en la parte redondeada de la calle República ahí, que es Colonia. Que arriba estaban los baños, y esa escalera no estaba más. La modificaron, dijo el fiscal. Te subían por esas  escaleras e ibas a los baños arriba.

 

25:37:16

 

JLP: Abajo eran las distintas salas de tortura, porque habían otras. Porque vos estabas en una y escuchabas los gritos en otras.

 

25:52:11

 

E: ¿Y las rutinas como eran los horarios?

 

JLP: No había horarios.

 

E: ¿No había horarios de comida por ejemplo?

 

JLP: No, eso tampoco. Cuando le daban rancho, no me acuerdo ni qué era la comida tampoco. Recuerdo simplemente que me partieron… con la tacita de aluminio me dan agua y uno me pega una patada, cuando tenía el vaso. Pero ta, yo no recuerdo las comidas, pero que eran el rancho.

 

26:32:20

 

E: ¿Dormían en el piso? ¿Les daban colchonetas?

 

JLP: Teníamos unos ponchos de esos mismos, pedazos de cosas que ahí dormías. Algunos tenían colchón también. De noche cuando no estabas en faena, dormías. Después te levantaban y empezaba todo esto. Porque algunas veces había tortura a la noche también.

 

27:23:07

 

JLP: Y había dos gurisas que eran de la Unión de Juventudes Comunistas que caen de un expediente de la juventud comunista, que ta. Fueron violadas, fueron judeadas, fueron torturadas.

 

27:40:02

Porque además nosotros estábamos acá debajo de este farol y allá estaban todos los presos en círculo contra la pared, distanciados. Y acá siempre había guardia. Y la guardia el milico bocazas ese, que siempre hablaba las cosas que hacían y esto, se vanagloriaba de las cosas que pasaban. Y no fue fácil para nadie, pero para los mujeres peor.

 

28:50:16

 

JLP: Nosotros por ejemplo… cayeron metalúrgicos, cayeron CNT, cayeron Partido Comunista, nosotros en la construcción éramos como 7 u 8.

 

30:11:12

 

JLP: Como tres semanas para que te dieran un baño, oportunidad de bañarte. El clásico baño de cuartel, azulejo blanco, cerámicas 10×10 como las que tiene AEBU afuera, gres rojo, canaletas a la vuelta, bien así, básico.

 

30:58:21

 

JLP: Y lo único que hicimos en ese momento que prendimos las duchas fue mirar las escaleras si subía alguien y el otro treparse a la ventanita para identificar dónde estábamos.

 

31:29:23

 

JLP: Discurrió todo ese tiempo entre unos, otros, muchos para torturar, muchos a expediente. Y te iban llevando, hoy por ejemplo no te tocaba, pero te agarraban mañana, seguían mañana, recomponían el expediente SUNCA, vinculación SUNCA-CNT, CNT-partido.

 

32:24:08

 

JLP: En parte en tus convicciones. Vos sabías que esas cosas te podían pasar, vos decís “yo estoy preparado”, pero en realidad nunca estás preparado, para eso no estás preparado nunca. Podés soportarlo más, podés soportarlo menos, pero nunca, para la barbarie esa no estás preparado.

 

33:43:17

 

JLP: Estaba embarazada mi señora con 17 años, entonces eso también me obligaba a estar más fuerte. Tenías un compromiso más allá con la vida misma.

 

34:05:02

 

JLP: La tortura fue un período en la historia corto, muy cruento y destrozó muchas cosas. Por eso les digo que este hombro hay días que parece que lo tengo siempre fuera de lugar, esos días húmedos son terribles, y las muñecas por tiempo yo seguí trabajando en la construcción. Pero había un momento que yo les hablaba hoy que te ponían con la cadena, a mí muchas veces me colgaron con el cable superplástico, el gris que ponen en las casas, el de UTE, porque no había. Eso te lo ataban y eso resbalaba, y te colgaba acá. Y después el “Chuno” Ormaechea, un médico, después me dijo «estos tendones te los atrofiaron, te los estiraron porque en realidad el peso está acá, está colgando de acá y no de acá». Entonces hay días que no podía, después con muñequera y eso, y hay días que me duele aún y tengo que usar una muñequera, una codera, parezco Robocop. Esos son secuelas,  evidentemente, porque el cuerpo no está preparado para esas cosas.

 

36:11:19

 

JLP: El día después que nos procesan, que volvemos ahí, ya veíamos los movimientos, que fueron… nos procesaron, escuchabas que decías «tantos para el batallón de instrucciones, tantos para el 14, tantos para tal lugar». Veías que estaban calculando dónde dejarlos.

 

36:56:22

 

JLP: Eso fue para que pasara el tiempo del destrozo físico antes de llevarte al penal porque ya ahí se hablaba que la Cruz Roja, que esto, que lo otro, la inspección a los presos, entonces nos llevaron ahí para recomponernos unpoco.

 

37:59:06

 

JLP: En el 14 supuestamente a nosotros nos iban a recuperar físicamente para que estuviéramos presentables a la entrada del penal. Pero en realidad el 14 era una máquina de destrozo psicológico y físico también. Las celditas eran… entrando la sala de guardia, entrando, celditas individuales, sin baño, sin nada. Te llevaban una vez a la mañana y una vez a la noche al baño. Frío, calor, lo que sea, cero, buscate la vida. Pero aparte de eso cuando te llevaban al baño que también te llevaban atado para atrás o esposado y encapuchado. Porque nunca veías nada, solamente cuando nos sacaban un rato al sol a caminar, que era peor que quedarse en la celda.

 

E: ¿Por?

 

JLP: Porque te ponían los milicos con los perros, con los ovejeros alemanes estos, que se te tiraban, que te llegaban a tocar. Los milicos disfrutaban, vos caminabas así, esquivabas a este y tenías al otro, te pegaban los perros, para morderte. Y ahí cuando te sacaban a la mañana, vos ibas agarrado acá, te enganchaban la cachiporra atrás entre las manos y tu cuerpo, pasabas una puerta reja y doblabas a las izquierda para el baño. Ahí, antes de la puerta, enseguida de la puerta o en la entrada al baño siempre había uno que te sacaba el oxígeno. Porque esperaba… vos pasabas la puerta… “no me pegaron hoy”. Siempre te daban una trompada en la  boca del estómago que te sacaba el oxígeno, caías sin conocimiento, y después te dejaban en el baño un ratito y pa’ fuera. Pero siempre, sistemáticamente. Después había uno que nosotros con ¿»Pliegue»? le decíamos «el cínico, le encantaba pegarnos con la cachiporra en los nudillos, te rompían las manos. Porque sí, porque el CGIOR, la tortura, el desastre, los hijos de mil puta que eran los cobardes estos que hoy están acá y piden derechos humanos y que los dejen prisión domiciliaria, esta ley que está haciendo Manini, perfecta que justo coincide con ellos, cuando los compañeros de 75 años se les morían o se destrozaban en la cárcel, se quebraban sus huesos, no les tembló el pulso. Entonces son cobardes, esos son cobardes, porque torturar una persona atada, encapuchada, en inferioridad de condiciones, cualquiera lo hace, eso no es ser hombre.

 

E: No, cualquiera no.

 

JLP: Cualquier bestia de estas. Yo me acuerdo que una vez le digo a uno, a este, a «el viejo»…  me trae para mis aposentos y me dice “vos sos un hijo de puta, porque vos sos un hijo de puta, vos sos como nosotros”. Le digo “no, porque ustedes torturan, y nosotros si algún día se da vuelta los vamos a fusilar”. “Ustedes van a precisar torturadores”. “No, nosotros los vamos a fusilar”. Qué hipotético. Pero ta, eso fue lo que pasó.

 

41:49:18

 

E: ¿Vos ahí recibiste visitas? Fue la primera vez que recibiste visitas ahí en el 14?

 

JLP: Sí, que también fue hermoso lo de la visita, porque mi mujer estaba con el niño ya nacido… el 28 de junio le dan visita. Yo no sé si ustedes conocen el 14, los milicos en el 14 se quedaron con lo que era de los curas, todo eso, como se quedaron con mucha cosa, no solamente los delitos de lesa humanidad sino todo lo que robaron. Entrabas por un costado, en la entrada a Toledo entrabas por un costado, no por la puerta principal, entrabas por un costado. Tenías que caminar una infinidad para llegar a donde estábamos nosotros. El cadete, el alcahuete del capitán ¿Arbiza?, que era el jefe de la unidad en ese momento, iba todo el camino con el fusil en la cabeza de mi hijo. Da un paso en falso y se le escapa un tiro. Todo el camino, todo una provocación. Y todo cosas que le pasaban a la familia, ¿no? Y después ahí pasa eso y llegó un momento que nos llevan para el penal. Que los primeros días nosotros le decíamos…

 

43:21:12

 

E: ¿En qué mes te llevaron?

 

JLP: Me llevan en agosto, creo que el 20 de agosto. A mí me tocó como primer compañero de celda, tercero a la izquierda, Nelson Ordoqui. Un compañero que fue chofer de León Lev. Y le digo “esto es la panacea”, porque no te están golpeando, podías mirar a través de una ventana de la celda aunque fuera. Pero claro, después empieza a pasar el tiempo y vos ya ves que eso tampoco es la panacea, ¿no?

 

E: Son diferentes niveles de tortura

 

JLP: Son diferentes niveles y te van preparando. Y también lo que fue el penal, nunca había una estabilidad de represión ni estabilidad de tranquilidad, depende la guardia y depende el momento que los aparatos psicólogos decían “apreten”, “aflojen”. Tu organismo iba así, muchos compañeros colapsaron. A mí se me mató un compañero, se me colgó un compañero de celda. Roberto Rivero Morales, 2.666. Estábamos en el quinto piso, en la 15 derecha. Yo hacía tiempo que le decía a otros compañeros, Pedro Giudice, a Francisco Laurenzo, al «gordo» Platero, hoy ya no está entre nosotros, que me ayudaran porque no… (se emociona) No podía. Un día me llevan a mí, yo voy a la visita, voy a la visita de niño. Primero visita a mi compañera, después visita al niño en el jardín. Estoy en la celda, viene el sargento, me dice “2772, prepare sus cosas que va para la isla” «¿Para la isla?» «Sí, para la isla». «¿Motivo?» «Tenía un botón desprendido del mameluco en la visita de niños». En realidad lo que yo estaba denunciando hacía tiempo era que el hostigamiento no era para mí, era para Roberto. Porque a Roberto le cambiaban la medicación, le faltaba…

 

E: A Roberto, nosotros hicimos la ficha de él. Él no dijo nada, él negó siempre, fue hostigado totalmente porque en sus actas interrogatorias no dijo nada, él negaba. Negaba todo. Frente a la justicia militar, o sea, fue…

 

JLP: A Roberto lo torturaron en el FUSNA. Él pintaba, pintaba muy bien, yo le hacía los bastidores y él pintaba, y a través de la pintura volaba. Pero lo llevaban al psicólogo, le cambiaban la medicación, había días que no le traían la medicación. Un día estábamos conversando a la noche, un día de esos de mucho calor, mira para allá y me dice “esos no son mosquitos, son micrófonos. Nos están poniendo para espiarnos, y a vos te quieren enloquecer porque sos un guacho joven”. Empezó en una debacle, él dormía abajo, él se movía y yo me despertaba. Se había atado el tipo, se había atado un pañuelo en la boca, porque decía que lo hacían hablar. Estaba muy mal. Y el día que se mata yo tengo visita, y cuando vuelvo de la visita lo encuentro colgado en la rejita que tenía los vidrios. Se había preparado su horca. Puso los dos banquitos de hormigón, esos que habían en la celda, y ató el alambre de hacer cadenitas, le puso un pedazo de sábana para que no lo cercenaran sino que lo fuera matando asfixiado, y se colgó. Cuando el milico me abre la puerta para entrar, me pecho con su cuerpo, lo miro, lo toco… helado, blanco. Entonces ya estaba muerto hacía mucho. Los milicos me dicen “bueno, ayúdenos… usted vio que se mató”. “No sé si mató, lo mataron” “Usted nos ayuda?” “No, si lo mataron ustedes háganse cargo ustedes”. Entonces me sacan de ahí, no me dejan agarrar nada de mi celda y me meten en la última con Eduardo Platero, y ahí pasa. La horca esa con la sangre, porque el coso entró y casi le cercena su cuello, estuvo con sangre la horca… abrían las celdas para atrás para salir al recreo los días que había recreo y la horca con el trapo se sacudía. Enfrente había un pibe, el ¿»Billy»? Martínez, tenía la libertad firmada, se descompensó de tal forma que se mató. En fin…

 

E: Nada, gracias por el recuerdo de Roberto Rivero porque siempre me conmovió mucho su historia.

 

JLP: Sí, Roberto… estuvo todo el tiempo desde que me cambiaron estuvo conmigo, estuvimos un montón de años juntos, casi tres, hasta que se mató. Yo después estuve con María Rosa, su compañera, con los gurises de María Rosa.

 

E: Él los quería mucho. Yo hablo como si lo conociera, leí su historia. Él los quería mucho.

 

JLP: Un tipo muy humano, trabajaba en el CASMU, era muy idealista. Era eso, una persona… por algo estaba donde estaba.

 

50:16:20

 

JLP: Y la paradoja de la vida, el CGIOR, yo después voy a la calle República, donde enfrente al CGIOR había un laboratorio que después se mudó para la calle Cerro Largo y República, de los compañeros, hijos del «Tito» Trelles.

 

51:54:02

 

JLP: El CGIOR tenía una característica particular. Estaba cerrado adelante, tenía esos portones verdes grandes viejos, que entrabas a dos de ellos. El segundo pasabas y ya era todo adoquines. Te ibas hasta el fondo, habían piezas para este lado que había en una de las viejas galerías, que tenían esas viejas columnitas de hierro, aquellas que sostenían lo que salía del alero. Porque antes era perfilería y columnas de hierro, el hormigón armado se usaba poco en esa época. Todo de este lado, que debían ser oficinas administrativas, yo qué sé. Te metías un poquito más, pasabas por un portón, te metías a mano izquierda y enseguida te metías y ahí entrabas a lo que era el gimnasio, que ahí era donde estaban los detenidos. Ahí se ensanchaba el pasillo ese, entrabas un poco más y ahí empezaban a aparecer las puertas donde a nosotros nos torturaban. Ahí también había un baño, no sé si era la tercer puerta de este lado o era una de este lado.

 

A la izquierda?

 

A la derecha. Había un baño chico. Pero generalmente a nosotros nos sacaban por el gimnasio mismo, nos hacían subir esa escalera y nos llevaban a los baños de arriba, baños de ducha, con dos waters. Abajo también habían baños, donde era el gimnasio también habían baños, que a la tercer semana de estar ahí nos dan para bañarnos y afeitarnos.

 

53:58:14

 

JLP: Ahí también habían cuatro cápsulas con waters y había un piletón adelante. Entrabas por dos puertas, había un piletón. Y estaban después los recintos individuales con el water.

 

54:28:05

 

JLP: Eran un grupo que estaba alejado de lo que era guardia general. Era un grupo específico, estaban para eso, destinados para eso. Tenían los privilegios que no tenían los otros milicos, porque estos hablaban de beneficios que les daban porque estaban vinculados al aparato de tortura.

 

54:54:06

 

JLP: Los que cuidaban eran soldados. Los otros sí, habían sargentos, habían oficiales de la Marina y habían oficiales del ejército. Había uno que era mayor del Ejército. Un mayor del Ejército, un gordo grande, nariz aguileña, oscuro como yo, un gordo grandote. Y después estaba este que era más bajo y que le decían «el viejo».

 

56:41:20

 

JLP: El gimnasio estaba metido en el medio del predio. De la calle al primer muro hay un espacio, del primer muro al primer portón que había, que eran los coloniales esos de medio punto con la lanza para arriba, había un espacio, y de ese al otro había otro espacio, y el gimnasio estaba de ahí más adentro todavía, muchos metros más adentro. Entonces esos también, para la calle Colonia, estaba lejos. Está metido en el medio de la ciudad y te torturaban generalmente en el día, entonces eso se opaca. Ponen música por afuera, no… alcanza y ya está.

 

57:40:09

 

JLP: Después que nosotros caímos también cayó otra gente, cayó un expediente de la CNT. Cayó el «gallego» Manuel, y un profesor que creo que se llamaba Claudio Benech, que no fueron procesados.

 

01:03:07:23

 

E: Y ahí en las torturas, ¿participaban soldados rasos o eran solamente el equipo de oficiales?

 

JLP: Había uno que a veces iba, pero supongo que para hacer mérito. Nosotros le decíamos «el polilla».

 

01:05:18:11

 

E: Mientras estuviste en el CGIOR, ¿tu familia no sabía que estabas ahí?

 

JLP: No no, mi familia no.

 

E: O sea que no te pudieron llevar nada.

 

JLP: No, es que mi familia supo que yo estaba detenido el mismo día.

 

E: ¿Porque no volviste?

 

JLP: Porque no volví, porque yo vivía con mi señora en Peñarol, en la calle Tosti 4658, vivía ella y yo solos en una casita que habíamos alquilado. Y yo salí ese sábado, no iba a ir a la obra de Pintos Risso porque algo me decía que no fuera. Y digo “no, voy porque si no después en la semana yo trabajo, se me atrasa para salir a buscar a uno, a otro», cuando los encontrabas en los contactos en la calle. Se me complicaba. Yo iba a ir a la calle Tacuarembó, que yo estaba haciendo una reforma para un hombre de Cromograf, una imprenta que había ahí en la calle Uruguay. Iba a levantar plata y le digo a mi mujer: «cuando salga de allá vamos a Colón y compramos pañales y eso», esperando, juntando para… y mi mujer cuando vio que llegó la tarde y yo no llegaba, buscó los berretines que teníamos con cosas, las prendió fuego y se fue para la casa de mis suegros, que vívían acá en el Mercado Nodelo, en la calle Sanguinetti casi Centenario. Entonces por lo menos ahí estaba… ahí llega una ratonera que pusieron, esperaron unos días por si alguien aparecía. Mi mujer sabía que si yo no aparecía era porque no estaba. Pero ese mismo día en la noche, ese sábado a la noche, en «15 minutos con Uruguay» aparezco.

 

01:08:17:15

 

JLP: Pasa el tiempo y a mi mujer le entregan en el Colorado ahí donde faenan el pan y todo, le entregan la bolsa con la ropa mía.

 

E: ¿Que fue la misma que tuviste los dos meses?

 

JLP: Sí sí, aquello no era ropa. Llena de sangre una camisa blanca.

 

01:14:56:13

 

JLP: Las nuevas generaciones pudieron disfrutar de cosas que se fueron construyendo anteriormente. Entonces, cuando vos les hablás de la quita de derechos, de la limitaciones en el desarrollo como individuo, la posibilidad de educarte, de trabajar, de un salario digno, de una vivienda digna y la perspectiva de luchar por ella… como ellos vivieron otra etapa, que fueron 15 años pasados donde en definitiva si bien no se resolvieron los problemas se atemperó y se apuntó hacia un lugar que fuera más distributivo y todo eso, y tuvieron posibilidades los uruguayos, no se les dio nada sino que se les allanó el camino porque con sus posibilidades individuales podían avanzar mejor, que tienen que aprender de eso, de lo que fue. Nosotros no queremos que jamás vuelva un golpe de Estado para que la gente aprenda y acumule energía y odio para ayudar a transformar una sociedad. Que la sociedad se transforme con amor y no con odio, porque tenés que ir convenciendo y no destruyendo como hicieron estos compañeros militares y civiles, porque la gente no debe de olvidar que junto con los militares estaban los civiles, porque hubieron muchos civiles. Los delitos económicos, yo les decía, acá no se estudió ninguno, pero acá hubieron muchos civiles que aprovechando la impunidad de la barbarie golpista se hicieron varias Américas. Entonces eso. Afirmarse en lo que tienen, aprender de su historia y mejorar su futuro. No hay más.