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Jorge Cafaro estuvo detenido en el Ex CGior en el marco de la Huelga de la Banca Privada en el año 1969. Permanece 4 días desde el 7 al 11 de setiembre de 1969.

Es detenido en la vía pública, en la puerta de la Catedral, mientras repartía volantes.

Militancia: En el momento de la detención era militante sindical. Estaba afiliado al sindicato de AEBU.

Entrevista realizada por Magdalena Figueredo y Graciana Sagaseta

Digo “qué raro, estoy yo solo acá nomás, no hay nadie”. Sin embargo, como era medio de nochecita, me viene a buscar un soldado para ir a buscar la comida y de repente veo que una cantidad de compañeros van a buscar la comida y digo “¿y dónde están estos muchachos?” Y estaban en una pieza al lado y era como 40 y digo “¿por qué me dejan a mi solo?”

Fragmento de la entrevista

Transcripción completa de la entrevista

JORGE CAFARO

 

00:00:01

JORGE CAFARO: Buenas tardes, un gusto estar con ustedes. Mi nombre es Jorge Cafaro Chapital. Nací el 28 de octubre del 43 y comencé mi trabajo en el banco el 1º de noviembre de 1960 que dio la casualidad que el 1º de noviembre fue un lunes como fue ahora. Trabajé en el banco Aldao y Martínez, que estaba ahí en 25 e Ituzaingó, después se mudó para donde hoy hacen la cédula, ahí en Rincón y Juncal. El primer año de trabajo en el banco, trabajé en el banco, digamos. Y después de a poco me fui incorporando a la Comisión Representativa de los funcionarios del banco y después empece a militar en la agrupación que en aquel momento era la 19 que estaba integrada por fantásticos compañeros de los cuales uno nunca sabe si aprendió todo lo que debió aprender.

 

01:14

JC: Eso trajo aparejado que en determinado instante, como se demoraba la posibilidad de un arreglo, se entablara la posibilidad de hacer una huelga de hambre. Esa huelga de hambre había que ver a dónde se podía hacer. Y finalmente se habló con monseñor Parteli, en la catedral, que fueron a hablar con él dos compañeros a plantearle si la iglesia tendría problemas en ceder una parte de la iglesia y recuerdo que Parteli dijo “en mi iglesia no se discrimina a nadie, así que empiecen la huelga, si ustedes creen que la tienen que hacer empiécenla cuando quieran”. Y fue una huelga fuerte, interesante. Y en lo que respecta a mí, a mí me llevan detenido de la puerta de la catedral de repente por no saber mucho de la iglesia. Porque me había puesto en la puerta a repartir volantes y de repente pasaron, venían dos personas juntas, bastante bien vestidas digamos. Entonces uno pasa, le doy un volante, y al que va a pasar por segunda, el segundo, le intento dar un volante y me dice “está detenido”, y eran dos policías. Ta, de ahí me llevaron a Jefatura y de ahí pasé al CGIOR.

 

02:44

JC: Yo llego al CGIOR y me mandan a una pieza suponete como esta, que tenía una cama, en fin, una mesa. Digo “qué raro, estoy yo solo acá nomás, no hay nadie”. Sin embargo, como era medio de nochecita, me viene a buscar un soldado para ir a buscar la comida y de repente veo que una cantidad de compañeros van a buscar la comida y digo “¿y dónde están estos muchachos?” Y estaban en una pieza al lado y era como 40 y digo “¿por qué me dejan a mi solo?” Habrán creído que agarraban a un fenómeno de no sé. Al otro día, un soldado me lleva a buscar el desayuno, me ponen una silla en el patio del CGIOR, “siéntese”. Y veo salir a los compañeros que tenían un recreo de media hora y me paro para ir y me dice “no, usted no puede levantarse, usted tiene que quedarse ahí sentado”. Entonces yo estaba sentado acá y a cinco o seis metros estaban los compañeros ahí, y yo nunca me imaginé por qué me tenían así. Y después un día fue mi señora con una tía a ver cómo estaba, me lleva ropa. Entonces le escribo una cartita y le pongo que estoy incomunicado. Entonces viene el coronel que estaba a cargo, me tira la carta y me dice “por qué escribe esto usted?” “Y porque estoy incomunicado”. “¿Cómo va a estar incomunicado si le estoy dejando pasar lo que manda su señora?” “Sí, pero yo con los compañeros que están acá al lado no puedo hablar”. “Hágame el favor”. Bueno, se fue el tipo y ta. Y después el jueves de noche… ahí nos dieron la libertad el viernes a la mañana, así que la estadía ahí fue… más allá de que en los recreos uno alguna cosita podía hablar, porque había, hay que reconocerlo, había muchos soldados que miraban para el costado, ¿no?

 

04:47

ENTREVISTADORAS: ¿Y los compañeros que estaban ahí en el CGIOR participaban de la huelga bancaria o a su vez eran militantes de…?

 

JC: No, no. Eran todos bancarios que participaban de la huelga. Y lo que me olvidé de decirte fue que la huelga de hambre la hicieron 17 compañeros, que eso fue lo que se había resuelto que no fuera una cantidad muy grande tampoco.

 

05:17

 

E: ¿El traslado al CGIOR desde la Jefatura como fue?

 

JC: No, fuimos en un patrullero. En ese sentido tengo que decir que fue un traslado normal digamos, por decirlo de alguna forma.

 

E: ¿No encapuchado? Sabiendo que entrabas a ese lugar.

 

JC: No, exacto, eso no.

 

E: ¿Te bajaron y…?

 

JC: Me bajaron y prácticamente los policías llegaron, ¿viste que en el CGIOR pasás un portón y hay como una salita no de espera sino para información y eso? Y como que me dijeron “acá traemos a fulano de tal”, tomaron nota, se fueron y bueno, ahí quedé con los soldados, ¿no?

 

06:04

 

E: Cómo fue el trato en esos días?

 

JC: Y el trato para cada comida me venían a buscar y me llevaba un soldado a la cocina. Traía el bowl o el tupper con la comida, me daban media horita para comer y después venían a buscarme de vuelta y me llevaban para allá. Pero el trato en general ni siquiera… era un trayecto entre la pieza que yo estaba, estaba la cocina ponele… 40 metros, 50 metros a lo sumo. Y no había ninguna charla, nada, y en ningún momento vino a conversar conmigo ningún oficial, simplemente el día que yo le escribí eso a mi señora fue que apareció el coronel que estaba a cargo del CGIOR, si no nunca vino nadie a decirme nada. Nunca lo entendí eso pero ta.

 

07:01

JC: Y el comentario era de que ellos estaban… la diferencia que tenían conmigo era que estaban todos juntos, entonces eran como casi 40 que podían hablar entre ellos de fútbol. Les vino bien, entre comillas, que yo fuera, porque ellos hacía ya más de 10 días que estaban detenidos, entonces como que no tenían noticias de cómo iba avanzando el conflicto. Entonces yo ahí más o menos cerquita les fui trasladando alguna cosa que había ocurrido. Pero no era mucho más, y como te decía, con los soldados era prácticamente nula la charla. Ni siquiera de decir “buenos días”, “buenas tardes”, lo que fuere.

 

07:50

E: Y sin ser ese momento que viene el coronel a decirte eso, ¿en ningún momento te interrogan sobre el conflicto bancario o te hacen preguntas sobre la militancia en esos días?

 

JC: Eso fue lo que conversamos lo que podíamos con los compañeros, que a nadie de los que estábamos presos nos decían “bueno”, suponete, “por qué para usted, qué es lo que está pidiendo”, nada, nada de nada, una cosa muy rara. No era que te tenían que interrogar a fondo, pero decir, bueno, de repente alguno porque se le ocurría decir “decime una cosa, ¿por qué parás vos? ¿Están pidiendo más plata? ¿Un beneficio distinto?” Nunca, una cosa rara.

 

08:41

JC: Al baño estaba… a 20 metros de donde estaba la pieza y si tenías que ir al baño lo llamabas al soldado y te llevaba. O sea, te acompañaba, digamos, te esperaba en la puerta y chau. Pero de eso no hay por qué… tomarlo a mal, estaba bien.

 

E: ¿Y el sueño? ¿Tenías una cama, un colchón?

 

JC: No, era una cama y reconozco que los dos primeros días… porque aparte, el tiempo que tenías libre en el patio era media hora, después tenías 23 horas y media para… y reconozco que los dos primeros días me costó bastante adaptarme a estar solo en el cuarto y no saber qué hacer, porque no le ibas a hablar a las paredes ni nada por el estilo. Pero ta, después como que te vas acostumbrando a esa soledad, digamos, ¿no?

 

09:46

JC: Hay como una salita donde está el soldado que hace el control de quién entra y quién sale. Y fue ahí, se llenó un documento. Un documento con los datos tuyos, etcétera, etcétera. Y después recuerdo que el CGIOR tiene en el medio tiene… no sé ahora, bah, pero tenía un patio enorme y después estaba en este costado así estaban lo que eran las piezas y las habitaciones, pero no tenía, cómo te puedo decir, nada demasiado que vos dijeras “bueno”, esto se destaca de otra cosa que uno vio o no. Por ejemplo, si yo lo comparo, yo estuve detenido en el cuartel allá que está al costado del cementerio del Norte, y ahí ese cuartel tiene hasta como un espacio verde. Está bien, si estás preso el espacio verde no es demasiado importante, pero el CGIOR en ese momento era todo construcción más el patio. Vos entrabas acá, nosotros estábamos en las piezas que estaban de este lado, y de este lado al fondo de las piezas era la cocina, que ahí era cuando íbamos a buscar la comida.

 

11:17

JC: Sí, estábamos como en un depósito. No había gente, no había compañeros de otros lados, porque también había algún conflicto en otros lados. Pero no, ahí estábamos nosotros nomás.

 

11:30

E: ¿A vos o a los demás los liberan de ahí del CGIOR o pasan de nuevo por jefatura? A vos te liberan, te trasladan a otro lugar?

 

JC: No, nos liberaron ahí, que yo pensé que íbamos a hacer el trayecto del CGIOR a Jefatura, en todo caso Jefatura te daban que te fueras. No, desde el propio CGIOR nos fuimos, así que bueno, ta.

 

12:01

JC: Lo que nos dijeron que dando cumplimiento a lo que ellos tenían como órdenes, y en función de que el conflicto se había levantado, etcétera etcétera, nos dejaban en libertad. Está bien. Reconozco que era el año 69 eso.

 

12:19

JC: Pero ta, fue una experiencia muy importante y sobre todo a mí lo que más me queda, más allá de los días y de todo lo demás… bueno, lamentablemente perdimos, pero lo que te queda es la organización que se tuvo. Hoy también sería muy importante si hubiera una cosa parecida, ¿no?

 

12:47

E: Mientras ustedes estaban en la huelga, en el conflicto, ¿tenían conocimiento de que en el CGIOR detenían a los militantes sindicalistas, que los llevaban ahí?

 

JC: Sí, sí, sí.

 

E: Era una información que corría entre ustedes como un lugar…

 

JC: Era un cuartel que en realidad hasta ese momento no tenía demasiado conocimiento de qué era el cuartel ese. En principio inclusive por el lugar que está ubicado, que uno puede decir “es pleno centro” o casi pleno centro. Se sabía que ahí iban los compañeros que estaban detenidos. También es cierto que hubo compañeros que los fueron a buscar a las casas y los compañeros habían optado y se habían ido a vivir a la casa de un pariente o algo, entonces no lograron detenerlos, sino capaz que hubiera habido muchos más. También nos enteramos, se enteraron los 40 del tema de la huelga de hambre, todo lo demás, que, reitero, fue como un apoyo de monseñor Parteli muy fuerte y yo recuerdo de que haya dicho que en la iglesia católica no hay problema que estén. Que uno hoy, no sé… no sé qué pasaría hoy.

 

14:23

JC: Sirvió de mucho desde el punto de vista organizativo. Se valoró también el apoyo que tuvo de los propios compañeros, porque vos podías decir, bueno, si había supongamos 5.000 bancarios privados, si participaban 1.000 era un desastre aquello, más allá de que tuvieras razón en hacerlo. Todo eso se tomó en cuenta, se tomó en cuenta que no hiciste todo bien, algunos errores cometiste. Por ejemplo yo te digo puede ser muy tonto, pero a mí me agarran porque pensé que la misa estaba terminando, yo porque no conocía nada del tema de las misas. Pero parecí tonto, pero si me hubiera ocurrido otra vez lo primero que iba a hacer era averiguar “che, ¿a qué hora empieza y a qué hora termina?” Y ahí a ver cuándo repartía los volantes. Pero bueno, ta, esas cosas se hicieron. Y también, cómo te puedo decir, no es que vos con aquellos compañeros que te defraudaron entraste y los dejaste de lado ni nada por el estilo. Costó de nuevo mantener una relación con ellos. Relación que por supuesto no era la misma que tenías previa al conflicto, pero tampoco te pusiste “bueno, este es un enemigo, no lo quiero nunca más”. Ta, tomaste la decisión que tomaste, ahora seguí tu camino también, yo sigo el mío.

 

16:05

JC: Y yo lo que recuerdo porque para dibujar soy, yo recuerdo que tenías la entrada, Pasabas ahí que es lo que sería donde te reciben digamos y después viene el patio central.

 

E: Capaz que yo voy haciendo el dibujo entonces.

 

JC: Bueno. Está el patio central, y después tanto a mano izquierda como a mano derecha viene la … supongo que está igual hoy, toda la edificación que son todas como piezas, seguramente… seguramente no, a mano derecha, cuando entrabas, después de pasar la piecita, estaba la pieza que estaba el oficial de guardia. Y después tenías más piezas por este lado y al fondo tenías la cocina y eso. Y el patio que en realidad si vos lo comparás, si uno lo comparaba con respecto a la edificación, daba la sensación de ser más grande el patio que todo lo que estaba construido. Que claro, nosotros no estuvimos en todo el CGIOR, a los compañeros nos metieron en una pieza, a mi me metieron en otra y después teníamos media hora para estar ahí. Y el caminito que hacías para ir a buscar el desayuno y eso y nada más. Pero sí, entrando a mano derecha estaba lo que era la jefatura del cuartel.

 

17:30

JC: Los baños estaban… por ejemplo en el caso del lado nuestro estaban al fondo de donde terminaba la edificación de la mano izquierda digamos. Los baños si vos lo querés no estaban mal, no era una cosa que vos dijeras “pa, voy a un lugar que es un desastre como está”, no, estaban bien. Es cierto que ahí también jugaba un poco, más allá de que nosotros estuviéramos presos, jugaba lo que era “yo mando, yo soy el que estoy al frente del cuartel”, ¿no? Entonces ese “yo”, valía para los soldados y valía para nosotros también.

 

18:16 (dibuja)

 

JC: ¿Te lo hago de vuelta esto?

 

E: No, yo solamente me guié por tus palabras. La recepción, esta sería la entrada.

 

JC: Ahí está, después estaba el cuarto de oficiales a mano derecha digamos, después había edificación acá hasta la cocina. Y después entrando por la recepción agarrabas a mano izquierda y también había edificación que había baños al fondo. El penúltimo cuarto, que era el mío, era un cuarto que podía haber entrado, no sé, una cama más o dos camas más, en el otro entraban los 40 compañeros que estaban.

 

E: Al revés entonces. Porque yo puse 40 y era al revés. Vos estabas en esta habitación y vos en la siguiente.

 

JC: No, no, hiciste bien. Yo estaba al lado de ellos yendo hacia los baños.

 

E: ¿Y acá qué había? ¿Recordás?

 

JC: No, ahí no.

 

E: ¿Era solo un pasillo capaz y  no sabías lo que había?

 

JC: No, porque yo realmente lo que hacíamos… entramos acá, nos tomaron los datos, me llevaron para acá y después yo acá quedaba con la sillita ese que te contaba que me sentaba ahí, los compañeros estaban acá, y en realidad nunca, como te puedo decir, nunca me dio por empezar a mirar con mucha atención “bueno, ¿qué hay acá?” Pero más o menos lo principal era esto.

 

E: ¿Y para pasar al baño? ¿Y para pasar a la cocina?

 

JC: No, para la cocina pasabas de acá.

 

E: Ah, por el patio.

 

JC: Por el patio acá, y por acá había como una escalerita, yo creo que tendría 4 o 5 escalones, y ahí subías y estaba la cocina.

 

E: Y acá qué habría?

 

JC: Y ahí había construcción, que para mí eran cuartos de este tipo, no de los chicos sino… era lo que me parecía, que era de los cuartos grandes también, que capaz que ahí era donde estaba la tropa. Porque en algún lado tenía que estar la tropa, más allá que a mí me dio la sensación, no te puedo decir qué cantidad de soldados había, pero me daba la sensación de que no era una cantidad muy grande. Pero eso no lo puedo afirmar.

 

E: Y si vamos un segundo a tu habitación, supongamos que esta hoja es la habitación…

 

JC: Era esto así (dibuja). Esta era la puerta de entrada acá, la cama estaba acá, así, y acá había una mesa que tenía dos o tres sillas más o menos ahí. Por eso yo te decía que capaz que si vos sacabas la mesa, aunque sea una cama más entraba, pero era una pieza más chica que la otra. Ta, por eso había 40 en la otra,

 

E: ¿Y ventanas tenía?

 

JC: Ventanas, vos sabés que la duda cuando lo dibujé recién yo no recuerdo si no había una ventana acá. Pero no te lo quiero decir porque no me acuerdo. La entrada sí porque estaba pegada a la cama.

 

E: ¿Y estabas con luz artificial? O básicamente penumbras, oscuras?

 

JC: No, era con luz, con energía eléctrica digamos.

 

22:08

 

E: ¿Y las salidas, cuando te fuiste cómo fue el recorrido?

 

JC: Fue el mismo de la entrada. Me fueron a buscar acá, y bueno, caminamos por el costado así acá e hicimos la recepción, firmamos un documentito, se ve que para seguridad de ellos, de que vos te habías ido digamos y chau. Y te dejaron en la calle ahí.

 

E: Claro, saliste y…

 

JC: Y chau.

 

 

Militante del SUNCA (sindicato único de la Construcción y Afines). Miembro de la dirección en clandestinidad. Secuestrado el 8 de mayo de 1980. Permanece 24 hs en el EXCGIOR y es trasladado al centro clandestino de “Infierno Chico” de Rbla Rca de México, posteriormente al centro clandestino La Tablada. En junio de 1980 es trasladado al Grupo de Artilllería 1 y en agosto del mismo año ingresa al Penal de Libertad.

Entrevista realizada por Fabiana Larrobla (C. Políticas) y Maricel Robaina (Psicologa).

Me dan a mi hija, y mi botija pobrecita lloraba como loca. Y me dice «no sabés tener un bebé en brazos». No podía mantenerla, no había recuperado los brazos, no podía mantenerla y los nervios de toda la situación de encontrarme con mi hermana, con mi compañera, con la hija y con mis viejos, fue tremendo.

Fragmento de la entrevista

Transcripción completa de la entrevista

00:05:08

GERARDO RIET: Mi nombre es Gerardo Riet, tengo 66 años. Cuando fui detenido y trasladado al CGIOR tenía 24. Bueno, la detención se produjo a raíz del paro que organizamos. Yo militaba en el SUNCA, soy obrero de la construcción y militaba en el SUNCA, y ante la postura del gobierno de correr el 1º de mayo, que por supuesto era un provocación, y no fue que… hubo una discusión política muy rica dentro del sindicato y con la CNT, no estaba el PIT ahí, con la CNT, a ver cómo se trataba esto. La evaluación que hicimos nosotros fue independientemente de la firmeza, que todo estaba plano, no se movía nada, el anuncio de que iban a haber unas pautas condicionales y que se iba a plebicitar una nueva Constitución hablaba de que se querían salir y que iban a proponer otra cosa que nadie sabía bien qué era. Pero a partir de eso nosotros definimos tirarnos… la primera idea fue ir al amparo, porque conocíamos a la gente y sabíamos cómo se podían mover y los sentimientos que había con respecto al 1º de mayo.

01:34:08

GR: Deciden correr el 1º de mayo para el 5 de mayo. Ante eso la CNT había propuesto a los distintos sindicatos que funcionaban clandestinamente y otros que no, AEBU no era clandestino, que cada sindicato eligiera la forma de festejarlo o de celebrar el aniversario, más que festejarlo. Fuera con un campeonato de truco, de fútbol, de juntar a la gente de alguna manera. La iglesia en eso jugó un gran papel, porque nosotros estábamos todos medio clandestinos y nos reunimos en las parroquias, nos reunimos yo creo que en todas las parroquias de Montevideo, no sé si nos quedó alguna por recorrer. Y promovieron las misas. Es decir, había un caldo de cultivo, había algo que transcurría por abajo, que no se veía, que nadie… pero que estaba presente. Nos estábamos moviendo, y había… «y cuándo», «y qué», como digo, hicimos ese convencimiento dentro de la militancia del SUNCA, que no seríamos muchos. Y resolvimos lo insólito: bueno, vamos a consultar a la gente, ¡en plena dictadura! Y fue lo que hicimos, hicimos cerca de 150 asambleas en lugares que conocíamos y en otros que… nos entusiasmamos porque vimos el resultado que teníamos que era… así, totalmente jugada la gente, «nosotros el 1º de mayo no trabajamos» y de ahí todo el tema de la dictadura y pitos y flautas. Empezamos a hacer asambleas en obras que no conocíamos y decíamos «bueno, compañeros, llegó el SUNCA, queremos hacer una asamblea». Salían como… al toque. Y se juntaba la gente y era unánime, una cosa.

03:23:20

ENTREVISTADORAS: ¿Y el motivo era la fecha del 1º de mayo que la iban a cambiar? ¿Era por eso?

GR: Por conservar, digamos, masivamente por supuesto… era responder a la provocación de la dictadura que nos querían sacar el 1º de mayo, que era nuestro… era lo único que nos podían sacar, nos habían sacado demasiadas cosas, eso era lo que último que nos podían sacar. Y frente a eso hubo una respuesta unánime, se paró, Montevideo paró… no tenemos el dato porque éramos muy pocos para recorrer, pero recorrimos Montevideo el 1º de mayo y no encontrás una obra con gente ni a palo.

04:02:15

E: ¿Vos estabas legal en ese momento?

GR: Yo estaba legal, pero vivía con uno que estaba clandestino. Teníamos otro… la dirección la componían cuatro compañeros, secretario general, lo básico… organización, finanzas y propaganda, que era lo mío.

04:17:10

GR: Cuando llego al penal hubo un compañero que había muchos años que estaba preso. Me dice «explicame cómo es eso de los sindicatos clandestinos porque no lo entiendo?» (risas) «¿Cómo funciona?» Pero con picardía me lo preguntaba, como diciendo… descreía. Pero bueno, es una herramienta de clase, primero tenés que entender eso, el sindicato es una herramienta de clase y funciona… si ellos están funcionando como funcionan fuera de la ley y el orden, ¿por qué deberíamos hacerlo nosotros? Es tan simple como eso.

05:09:08

GR: En la construcción respondió muy bien, no solo en la construcción, metalúrgico, bancario, y las otras muestras que hubieron, porque no todo el mundo podía hacer paro. Ni tenía la organización ni tenía… La construcción es muy particular, se rota mucho en las obras, una obra empieza y el carpintero entra y a los 3 meses tiene que cambiar de obra, porque el trabajo de carpintería se acabó, y albañilería entra después, etcétera etcétera. Entonces hay mucha rotación en la construcción.

05:26:01

GR: Como te digo, nosotros teníamos… si bien yo estaba legal, teníamos un funcionamiento totalmente compartimentado, el de organización manejaba lo que tenía que manejar, el de finanzas manejaba y el de propaganda manejaba lo de él. Entonces yo tengo limitaciones, teníamos necesarias limitaciones auto asumidas para poder funcionar y para que no nos pasara lo que nos pasó, pero bueno. Fue tan masivo, y ellos habían trabajado tanto además. Y no solo eso, las asambleas, nosotros pintamos media ciudad, volanteamos media ciudad, hubo una movida importante.

06:05:07

GR: Yo caigo, a mi me detienen el 8 de mayo de 1980 en Propios y San Martín.

E: ¿Cómo fue? ¿Ibas caminando?

GR: No, ese era mi último encuentro

E: ¿Ibas a un contacto?

GR: Iba a un contacto, que era mi último contacto, para mí era la vida o la muerte.

E: ¿Te habían fallado otros antes?

GR: Exacto. Este era un automático, y era el último automático. El automático era «nos encontramos tal día a las 5 en San Martín y Propios, si falla ese, tenemos a los dos días a las 19 o a las 14 en 18 y Ejido», no sé, por decirte algo. Por eso era automático, y si fallaba uno ya sabías que te quedaba el otro. Entonces a mí ya me había fallado uno, y me encuentro de casualidad con uno de los compañeros de la dirección un día por ahí por la Aguada y me dice «cayó Fulanito». «Andá al automático, porque»… «Sí sí, ya fui». «Andá al automático, que si no voy yo, va…»

07:21:15

E: ¿No apareció nadie en el automático?

GR: Aparecieron ellos (risas)

E: ¿Cómo eran ellos? ¿Cómo estaban ellos?

GR: Todos de civil, en camionetas de civil pero claramente eran policías. Yo llegué antes, como todo buen criterioso, llegué 10 minutos antes para recorrer y olfateé que eso era espantoso. Y dije… no tenía más contactos, no tenía un peso, no tenía dónde dormir esa noche, y digo, «no me voy a regalar, pero voy», vi que venía un 404 allá abajo. Bueno, me tomo el 404. Espero… porque no había nadie, pero sentías, olfateábas, intuías, y bueno, cuando paró el 404 y me moví, plum.

E: Vos decís que eran policías, ¿pero ellos se identificaron?

GR: No, para nada

E: ¿Y el vehículo cómo era?

GR: Y era una camioneta de aquellas tipo Chevrolet pero… no me acuerdo bien el modelo, pero era un modelo que se había lanzado acá, yo no me acuerdo bien el modelo, pero era una de las clásicas que yo conocía que trabajaba la policía encubierta, estaban pintadas de celeste, no tenía… y todos los tipos que vi ahí, cinco o seis eran, todos de civil. Me encapucharon, me tiraron al piso y ahí marché con destino desconocido, que fue el CGIOR.

E: ¿A qué hora?

GR: A las 5 de la tarde.

E: Y ahí cuando iban en la camioneta, ¿te preguntaban algo? ¿Te decían algo?

GR: Sabían vida y obra y milagros míos. «Gerardito, cuánto demoraste, qué trabajo que nos diste», empezaron a joder. Te tomaban el pelo. Lo que esperaba era la biaba, era mucha joda pero no duró mucho la joda.

E: ¿Te golpeaban?

GR: No, ahí no, en la camioneta no. Después, cuando llegué allá era un drama. No lo… me empezaron a colgar en un gancho, yo que sé, picana, esto, a picar todas las cosas. Dijo «bueno, mirá, te vamos a hacer una reunión de secretariado del SUNCA». ¡Pero la putísima madre! Y me llevan para una pieza y estaban los otros tres compañeros a cara descubierta. Terrible, terrible. O sea, sabían absolutamente todo, era pour la galerie la tortura, porque venían con toda la información.

00:10:25:18

E: Vos ibas encapuchado. Cuando ingresas a ese lugar, ¿no sabés a dónde estás?

GR: Ni idea

E: ¿Y ahí entrás y podés ver algo?

GR: Nada

E: Seguís encapuchado.

GR: Encapuchado permanentemente.

10:45:09

GR: Me acuerdo haber comido, estábamos todos en un gimnasio.

E: Entonces estaban en un lugar amplio.

GR: Sí.

E: ¿Pero el lugar de la tortura era otro?

GR: No, no. Era otro, sí, sí. Ahí estábamos detenidos, no había celdas ni camas ni lugares, estabas en tu lugar parado y teníamos un número. Entonces pusieron una olla en el medio del gimnasio y dijeron «73». Y te arrimabas y habían cosas, te servías en el mismo plato, no sabés, estabas todo encapuchado.

E: ¿Y cuántos había? ¿Sabés?

GR: No, empecé a contar pero no…

E: Pero más o menos.

GR: Hay versiones. Pero yo digo que mínimo 50. Detuvieron mucha gente en las obras,  y gente que no tenía nada que ver. Ahora que decís eso, en uno de los interrogatorios me hablan de gente conocida mía, eran obreros, punto, ninguna militancia, nada. Solo porque eran del Cerro y porque eran de Santa Catalina, un lugar subversivo si los hay.

11:58:13

GR: No sé por qué siempre me configuré que era, pero no tengo ningún dato para decir que fueron de la policía. Pero en ningún momento hay una forma de decir «sí, estos eran tales».

12:13:01

GR: Ya te digo, lo que recuerdo es el lugar común y después te llevaban, al que ibas bien encapuchado, a las salas. Eran distintas salas, no era una sola.

E: ¿Había varias salas de tortura?

GR: Eran distintas. Pero nunca, no identifiqué. Se cuidaron mucho.

E: ¿Pero por qué decís que hay distintas? ¿Con qué referencias?

GR: Porque por ejemplo donde llegué primero que me colgaron, me parece que era muy amplio y después donde me hicieron el tacho me pareció que era más cerrado. Por los ruidos.

E: ¿Y aparte porque te llevaron?

GR: Yo no tengo esa memoria. Pero tengo la certeza de que eran lugares distintos. La certeza (hace comillas con los dedos).

E: No había para vos, no pasaste por ninguna celda o espacio donde estuvieras con alguien sino en ese gimnasio, ese espacio amplio.

GR: No

E: ¿No había colchonetas o lugares para dormir?

GR: No. Estabas allí parado.

E: ¿Hombres y mujeres había?

GR: No recuerdo mujeres.

E: Pero dijiste que había una mujer.

GR: Seguro, pero en el SUNCA en esa época no había mujeres.

13:42:10

GR: La experiencia en general del raid de la cárcel… sos torturado en tal sitio, vas a tal cuartel, y van todos juntos porque además son la misma causa, los agrupan por causa, y después van al penal e incluso en el penal están en un mismo piso, porque caen por lo mismo, se identifican, allá en el penal también te ponían. Yo eso no lo viví en absoluto. Entonces lo que… con las dificultades que tenés para orientarte, si vos te juntás con otro y te dice ‘¿vos qué escuchaste?’ Hay una construcción allí que podés hacer colectivamente, yo no la hice. Y en la que hubo, si es que hubo, me imagino que sí, no participé.

14:34:24

E: Vos ahí tuviste diálogo con los compañeros que habían caído, ¿no?

GR: No, con nadie.

E: Estaban vigilados todo el tiempo.

GR: Sí sí, sentías que pasaban al lado tuyo.

E: Y además estabas con las capuchas.

GR: Claro. Posiblemente allí mismo, porque bueno. Yo me entero que es el CGIOR porque uno de mis compañeros, que picaba matrices, que no tenía nada que ver con la construcción, nos encontramos después que salimos de la cárcel, porque en el penal tampoco nos encontramos. Y él me reafirmó lo del CGIOR porque en una de las veces que fue al baño vichó por la banderola del baño y había una casa conocida, no me acuerdo si de repuestos o de qué tipo, desde la otra calle, que era claramente identificable, y que después lo cercioraron varios, no fue solo uno. Entonces ta, era ahí y punto.

E: ¿Y ahí se lo conocía como CGIOR?

GR: Seguro, lo conocíamos desde la época del 60, desde los corte lazos, seguro, San Ramón y CGIOR eran los clásicos, para el movimiento sindical eran los clásicos, donde los militares llevaban detenidos a la gente, ¿no?

15:56:08

E: Fue especialmente dura la tortura?

GR: Fue un juego de niños. Esperaba lo peor que no tenía ni la menor idea yo. En la otra fue la OCOA y algunos nenes famosos de la OCOA.

16:16:20

E: En un momento dijiste que les había traído comida, ¿te acordás que era?

GR: Guiso. Guiso de agua con dos fideos, incomible. Pero era lo único que comías una vez al día.

E: Fue la única vez que comiste ahí.

16:35:20

GR: Me llevaron para la casa de Punta Gorda. Que esa sí la presumí de entrada porque sabía de la existencia de la casa de Punta Gorda y el repecho empinadísimo de la entrada y después la entrada del vehículo a un garaje, el entrar a una puerta, es decir, era una casa.

E: ¿Y ahí había otra gente en la casa de Punta Gorda cuando fuiste?

GR: No, no lo creo. Bah, no lo sé.

E: Pero en un principio aparentemente estabas solo ahí.

GR: Exacto.

E: No había ni siquiera nadie, llegaron ellos contigo digamos.

GR: Había más gente de militares. Yo no sé por qué, si porque… ahora que me pongo a pensar, si lo vinculé como que era la casa de Punta Gorda ya di por sentado que eran militares, pero en realidad no me acuerdo si me dieron algún dato… darme datos no, digo, por el tipo de preguntas que me hicieron. Ahí lo que me hicieron fue me sentaron en una silla. Un compañero que está desaparecido del PVP, cuando empezó la represión dura, me contó que habían inventado un sillón en el que te sentabas y se empezaba a mover de tal forma que te desarticulaba todos los huesos. Y me sentaron en un sillón muy cómodo (risas) y dije «este es el desarticulador». Ahí no funcionó. Pero fue un interrogatorio y ahí sí me dieron un colchón, me llevaron a otra pieza, me dieron un colchón y me hicieron dormir ahí

E: ¿Sobre qué te preguntaron ahí? ¿Algo que te haya llamado la atención?

GR: Un interrogatorio muy baladí, muy… nada. Fue fuego de colores. Después de ahí me llevan al otro día, ahí estuve una noche y después me llevan a La Tablada, ahí sí no tenía la menor idea, también traté de seguirlo pero ta, esto es a las afueras de Montevideo claramente.

18:58:06

GR: Lo que fue el traslado de un lado al otro. Nunca supe dónde estaba. Ahí pude ver más cosas en La Tablada, pero no muchas más. Pero cuando estás como estuve ahí tres meses, ya tenés una levantada de oídos, distintas piezas, conocés los movimientos, los ruidos, te vas orientando. Y me encuentro con el «Llano» Universindo Rodríguez en el Penal de Libertad y es él el que me dice que había pasado por Punta Gorda y que venía para ahí, para la Tablada. Que fue de las únicas cosas positivas que tuvo mi detención, porque qué pasa, la última caída del 78 del PVP, que eran Universindo Rodríguez y Lilian Celiberti, que los habían secuestrado en Brasil y los tenían anclados girando en los cuarteles sin perspectiva de nada. Los trajeron para La Tablada.

E: Él estuvo en el 13 también.

GR: Sí sí, hizo un recorrido… ¿Pero por qué digo lo bueno que tuvo? Porque lo llevaron para La Tablada… Otro dato: dos semanas antes había habido un partido por la Libertadores, Nacional no sé con quién, y había habido una volanteada del PVP. Entonces propaganda, PVP… agarraron y juntaron todos los del 78 y sacaron de los penales, y esos se deben haber llevado un susto bárbaro, al «Zapatilla» Alonso, Luis Alonso, a Carlitos Castro de Libertad y a Peguito, Rosario Peguito, que eran del 78. Y al «Llano» y a Lilián los traen también ahí, para ver… por suerte a ninguno los tocaron.

E: ¿Los trasladaron a La Tablada?

GR: Para ver qué armaban, si podían armar algo, si había una relación o si no había nada. Y el resultado de lo «bueno» que estoy diciendo desde hoy el «Llano» se va para el Penal de Libertad y Celiberti para el Penal de Punta Rieles y salen del cuartel, los blanquean.

00:21:32:16

E: Y el «Llano» no te comentó nada de que había pasado por el CGIOR? Vos tampoco sabías…

GR: Seguro, yo en el penal no lo supe, lo supe mucho tiempo después.

E: Y él debe haberlo sabido mucho tiempo después también.

GR: Él estuvo, me contó que en La Tablada estaba a cara descubierta. Los milicos no lo torturaron y además le daban al (…). Un día le conté que un día llega un tipo la única piña… era toda una tortura sistemática, tres veces por día, tres duchas por día de agua helada, bien comido relativamente pero bien comido, elemental pero las tres comidas, como para que durara. Eran tres o cuatro horas a la mañana, tres o cuatro horas a media tarde y tres o cuatro horas a la noche, algunas veces se iban de mambo pero… Había empezado la tortura y un día viene un tipo, jamás nadie me tocó, y pum, me dio una piña pero me hace volar, pero volé por los aires de la piña que me dio. «Pedazo de un hijo de puta, vos no tenés idea de dónde me hacés venir». Era Sarli, que le había contado al «Llano» que estaba haciendo un curso en Estados Unidos y que lo habían llamado. De ahí es que sabe el «Llano» y le habrán comentado algo más de que La Tablada estaba cerrada, de que la OCOA no estaba funcionando por lo menos ese equipo de la OCOA no estaba funcionando y se rearma en función de ese posible vínculo del PVP que no existió. Yo había militado en el PVP pero en el 76 quedé colgado. Esa es un poco la reseña a grandes trazos.

23:42:20

E: ¿Y los nombres de los represores?

GR: Bueno, me los dio todos el «Llano». Sarli, Taramasco.

E: De los de OCOA, ahí de La Tablada.

GR: Claro, son de los que me acuerdo, otros no.

E: De los otros nunca los supiste.

GR: No, me lo dijeron pero no los recuerdo. Pero además estos eran muy protagónicos. Taramasco era además el que estaba a cargo, era el coronel o teniente coronel. Cuando terminó la tortura, que yo no sabía que terminaba con eso, vino como tres días a conversar conmigo allí a la celda, a contarme que él también sufría, que tenía que tomar pastillas para dormir. Pero dijo algunas cosas interesantes también, me dijo primero que se habían equivocado con nosotros, que nos tendrían que haber matado a todos. El costo político, el costo económico que significaba el Penal de Libertad era insoportable. Y lo peor de todo, dice, «¿cómo estás vos?» Yo no podía ni hablar, yo creí que habían matado a mi hermana, porque me hicieron todo un simulacro, estaba destruido, hice una crisis de nervios. «Te ponen como rifle allá, vas a la universidad y te ponen como rifle» (risas). Y hablando ya de política, estaba convencido de que perdían el plebiscito, él estaba convencido de que perdían el plebiscito. No tenía por qué mentirme, yo no sabía ni quién era, estaba convencido de que lo perdían, pero bueno, es una anécdota, no más que eso.

25:35:02

E: De la parte edilicia, ¿tenés recuerdo? Los pisos, las paredes,los ruidos, los olores.

GR: De lo único que yo vi entre comillas, no sé si lo reconocería pero… es el gimnasio y el lugar donde me carearon con esta compañera, que era algo así como una cocina, era un lugar muy vidriado, me dio la impresión como que era una cocina. No me sacaron la capucha, en un movimiento vi un flash.

E: El CGIOR es grande. ¿Eso estaba ocupando como un espacio también grande la parte de los secuestrados?

GR: Yo no lo conozco, nunca más fui al CGIOR. A La Tablada sí fui, he ido.

E: A mí me parece que es grandísimo. Porque de pronto también funcionaban algunas otras cosas ahí, estaba pensando si eso ocupaba solo un sector.

Pero vos decís que habría detenidas unas 50 personas.

GR: Mínimo 50 te digo. No me acuerdo lo que yo conté y en algún momento no sé por qué perdí la cuenta, si me llevaron o qué pasó. Las estimaciones que hacían los compañeros que me lo contaron después, que estuvieron juntos, es que eran alrededor de 150.

E: ¿Y para armar el rompecabezas de toda esa gente?

GR: Y de ese grupo procesaron a 7.

E: Muy poca gente.

GR: Que eran los militantes, procesaron a los que realmente estaban adentro, después llevaron gente a la bartola.

E: O gente que tenían conocidos.

GR: O que alguien los mencionó y que tenían acercamiento pero no tenía ningún funcionamiento. Los que fueron eran todos militantes del sindicato.

28:05:15

E: ¿Vos en todo ese tiempo no viste juez?

GR: Sí, claro.

E: En La Tablada, ¿pero estando en el CGIOR no?

GR: No, no. A mí me procesa el juez de instrucción, es el sobrino de Gregorio Álvarez que está preso.

28:35:21

E: ¿Y después de eso te procesan y vas para el Penal?

GR: No no, el juez de instrucción o le llaman…

E: Juez sumariante.

GR: Sumariante, de uniforme, en la misma sala de torturas o en una de al lado se me presenta. Y cuando veo el nombre digo «¿cómo puede ser?». Por eso me quedó. De ahí, bueno, yo no podía ni comer, de las colgadas, tenía los brazos, me daban de comer en la boca, entonces cuando supe que había terminado, con ese asunto que hicieron con mi hermana con estas conversaciones y que nos empezaron a dar lámparas.

E: ¿Lámparas?

GR: Lámparas de infrarrojo para recuperar los brazos, me daban dos veces por día. No sé, estuve como un mes en eso, no lo recuperé pero…

E: ¿Había un médico ahí?

GE: Tenía un médico permanente. A mí me veían dos enfermeros todos los días y el médico cada tanto.

E: ¿Y el médico quién era?

GR: Le vi la cara pero como a los enfermeros pero no… lo traté pero nunca lo pude… Me rompen el caballete, me rompen el conducto seminal, entonces los milicos decían «bo, andá a buscar al Chivo», por el olor. Yo no tenía ni la menor idea, te podrás imaginar, el olor que expedía, y un día en la celda me empezó a molestar, sentí que estaba mojado y empiezo a tocar y digo «¿y esto? La entrepierna. Y digo «esto es semen». Entonces viene el enfermero y le digo «me parece que me está saliendo leche por acá abajo». «¿Qué?» «Semen» «No, no puede ser. Miró y salió corriendo, fue a buscar al médico. Y viene el tipo, me examina y me dice «usted no puede volver a donde le hicieron eso, sabrá lo que hace» (risas). Palabras terminantes. Y bueno. Taramasco también me dijo «bueno, te tenemos que pedir disculpas», un poco lo que les decía al principio. «Un PVP a esta altura del partido en el año 80 después de la represión que había habido, teníamos que rearmar todo, lo del estadio, te teníamos que preguntar por todo».

31:44:07

E: ¿Tuviste un tratamiento?

GR: Claro. Todo esto en realidad yo empecé con eso, con la anécdota es que fui a La Paloma, al cuartel de La Paloma y ahí me tienen, no sé un mes.

E: ¿En el Cerro?

GR: Seguro. Y ahí tuve mi primera visita. Yo caí el 8 de mayo y mi primera hija nace el 15 de mayo. Yo no la conocía ni sabía qué había pasado. Y bueno, viene mi padre, mi madre, mi compañera con Aurora, mi hija, y mi hermana.

32:25:11

GR: Y la otra anécdota con mi viejo, que era un tipo muy… me dan a mi hija, y mi botija pobrecita lloraba como loca. Y me dice «no sabés tener un bebé en brazos». No podía mantenerla, no había recuperado los brazos, no podía mantenerla y los nervios de toda la situación de encontrarme con mi hermana, con mi compañera, con la hija y con mis viejos, fue tremendo.

E: ¿Eso cuándo fue?

GR: Por agosto. Julio capaz, julio-agosto. Y a fines de agosto creo que fui para el penal. Creo que tuve una visita sola, no me acuerdo si hubo una o dos visitas.

E: ¿En el Cerro?

GR: En el Cerro. Sí, sí, ahí ya me habían levantado… y hasta ahí mi familia no sabía nada de mí obviamente.

E: ¿Hasta que les avisaron que estabas en el Cerro?

GR: La primera noticia que tienen es a los tres o tres meses y medio, cuando les avisan que me lleven comida, ahí me llevan tabaco. Yo había dejado de fumar, mi compañera me manda tabaco. Había dejado de fumar para que dejara de fumar ella porque estaba embarazada, no dejó de fumar. Y por supuesto que empecé a fumar como un caballo, ¿no?

34:02:19

E: Y la llegada al Penal?

GR: Ah, también era muy anecdótica. Es divina. Yo sabía de la existencia de la isla pero no sabía de las características. Entonces llegás y a todo el que llega, llega a la isla, ¿no? Y me ponen en una celda vacía, todo de hormigón, cama de hormigón. Y te traen la comida dos veces por día, y de noche ponían una colchoneta muy finita y una manta. Y en la celda de al lado, pip pip pip, me golpeaban. Y yo respondía. ¿Y ahí pasábamos no? Pero yo sentía que a él lo sacaban para caminar, lo sacaban como al recreo. ¡Mirá vos! ¿Y a mí por qué no me sacan? Y pasó un día un hecho, porque pasé varios días ahí, muy raro. Los milicos le abrían la puerta y venían todos a conversar con él, yo no sabía cómo funcionaba el penal. Los cuarteles cambiaban cada mes, y a su vez habían dos cuarteles, uno en el sector A y otro en el sector B, y a los 15 días rotaban, para que no establecieran vínculos estables con los presos. Y meta hablar con el tipo y no paraban de hablar y digo «será un alcahuete, ¿quién será este tipo?». Un día, dos días, y un día que siento que sale y empieza a caminar, en una siento ruido que se tira por abajo porque veo la sombra. «Compañero, compañero, ¿qué decís? ¿Todo tranquilo? Sí sí, quedate tranquilo, en unos días ya vas a salir de acá. Te aclaro que yo soy capitán del Ejército, por eso vienen los milicos a hablar conmigo», fue lo primero que me dijo (risas). Estoy detenido pero soy capitán del Ejército, por eso vienen a hablar conmigo. El tipo se dio cuenta «este debe pensar que soy…» (risas). Dijo «pará pará, que ahora vengo». Se levanta. Seguro, la isla es una U, los corredores son una U y en el medio están las celdas. Entonces él iba y la guardia está acá, entonces él caminaba la pata de la U, lo veían volvía caminando. Entonces cuando se ponía a conversar conmigo calculaba el tiempo. Entonces se iba y «pará que». Y a la segunda o tercera vez le digo «pero por qué te levantás». Tengo que hacer esto, me explicó, para que los milicos vean que estoy… un crack.