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Nirsa Álvarez, integrante de la Dirección del Sunca en la clandestinidad, militante del partido comunista. Secuestrada el 5 de mayo de 1980. Permaneció en el lugar hasta mediados de junio de 1980, cuando es trasladada al Batallón de Infantería 14 y en setiembre del mismo año a Punta de Rieles.

Entrevista realizada por Fabiana Larrobla (C. Políticas) y Maricel Robaina (Psicología).

Por ejemplo en ese momento, de cuántos éramos, que obviamente no sé la cifra exacta, pero ellos después cuando nos iban a dar el rancho nos llamaban por números. Y yo tenía el número 70 y era la última, por eso en mi cabeza quedó que en ese momento éramos 70.

Transcripción completa de la entrevista

01:31:23

NIRZA ÁLVAREZ: Soy Nirza Álvarez. Soy una expresa política que fui detenida el 5 de mayo del año 80. El único año, la única vez que sucedió que la dictadura cambió el 1º de mayo para el día 5.

 

05:01:13

NA: Bueno… cuando ellos llegaron yo estaba acostada. Mi madre y mi padre fueron los que los recibieron, andaba Alexey ahí a la vuelta, y ahí ellos se presentaron, dijeron que eran de las fuerzas conjuntas y que andaban buscándome a mí. Y bueno, yo cuando sentí eso evidentemente me vestí y salí, porque siempre con el temor de que pueda pasar algo a la familia, a los hijos, toda la historia que lamentablemente sabemos. Y ahí ellos me dijeron “bueno, nos vamos” sin mucha más vuelta que eso. Y ta, salí al portón para afuera, me subieron…

 

ENTREVISTADORA: ¿Cuántos eran?

 

NA: Mirá, cuando estaban en mi casa habían bajado tres. Después arriba de la camioneta había dos más. Y bueno, subí arriba de la camioneta y por supuesto, a partir de ese momento, ta. Golpes, capucha, esposas. Empezó la odisea, digamos.

 

09:04:11

NA: Cuando salimos y nos pudimos juntar, bueno, recién ahí pudimos armar el rompecabezas. Sobre todo yo, porque ellos de alguna manera podían ubicarse más, yo era la única mujer. Soy la única mujer presa que integré la dirección del sindicato.

 

09:43:20
NA: Cuando me enteré del lugar me parecía como algo… viste esas cosas que vos decís “es pleno Colonia y República”, estás hablando de pleno centro. Y que durante todos esos años tú estás pensando “dónde estoy, donde estuve, donde estoy”.

 

10:11:09

NA: Y ahí empezó. El primer interrogatorio me  acuerdo que fue con una rata muerta en el cuello (risas), que uno ahora lo ve y dice… le das otra visión, ¿no? Pero en ese momento, entre el miedo, el terror, eran momentos duros.

 

10:41:13

Y la llegada fue… me sacaron, por el espacio, lo único que veía, que era el piso, eran los adoquines esos de antes de las calles. Pero se veía, se sentía el ámbito como un garaje. Me agarraron entre dos y me arrastraron. Ahí subimos unas escaleras. Me subieron, mejor dicho, a unas escaleras, y bueno, ahí me tiraron al suelo y ahí quedé.

 

E: Ahí cuando te subieron a las escaleras y te tiraron… ¿sabés si estabas sola o estabas con otras personas?

 

No, el saber que estaba con otra persona se fue dando a medida en que sentía los gritos, porque era un centro de tortura, ¿verdad? Sentía los gritos. Había siempre música de bailanta, de cumbia, pérdida total de la noción del día y la noche, porque no podías calibrar en qué momento estabas ni cuántos días ni nada, no había forma de calibrar eso. Y bueno, entonces ahí a raíz de eso te ibas dando cuenta de que obviamente no estás sola.

 

12:21:22

NA: Por ejemplo en ese momento, de cuántos éramos, que obviamente no sé la cifra exacta, pero ellos después cuando nos iban a dar el rancho nos llamaban por números. Y yo tenía el número 70 y era la última, por eso en mi cabeza quedó que en ese momento éramos 70.

 

14:09:09

NA: Una comida y nos daban un pedazo de galleta cuadrada, dura por supuesto, eso era todo.

 

14:39:10

NA: Después me llevaron  para una oficina, una salita, donde ahí estaba el tema de la rata, me ponían por encima la rata. Y ahí empezó el interrogatorio, quién era, qué hacía, aquello y lo otro.

 

15:02:05

NA: Y todos usaban por supuesto sobrenombres, nunca escuché ningún nombre.

 

E: ¿Te acordás de los sobrenombres?

 

NA: Sí, el “Caballo”, esos sobrenombres así. Algunos más reiterados que otros, ¿no?

 

E: ¿El interrogatorio te lo hizo uno?

 

NA: No no, eran varios. Eso fue el inicio del interrogatorio.

 

15:48:01

 

NA: Después ya ahí me empezaron a llevar, saliendo de esa sala, a otro ámbito donde había que subir escaleras. Entonces te arrastraban por la escalera y ahí era la sala de tortura. Entonces ahí nos colgaban con los brazos para atrás. Y de ahí nos enganchaban del techo y de tal manera que los dedos de tus pies, vos querías apoyarlos pero no. Y bueno, eso toda la parte torácica, toda la parte de los hombros, era un desgarro total, un dolor insoportable. Que a veces parece un disparate, ¿no? Porque uno dice… habíamos llegado a un momento en que no sabías si querías que te siguieran teniendo colgada o que te soltaran de golpe porque era como que… el dolor era superior. Y ahí ya te desnudaban y empezaron por supuesto picana en todos los senos, los órganos genitales, todo. Y bueno, los golpes, todo eso.

 

17:15:18

NA: Yo durante esos varios episodios de tortura, tres veces me quedé como muerta. Yo supongo que era un médico que tenían ahí o alguien por lo menos que cumplía la veces de… pero fue él que me revivió. Y bueno, para seguir dándome, no para felicidad de mi vida.

 

18:06:10

NA: Molestaba muchísimo… era pleno invierno, ya a esa altura estábamos como en junio o julio, ya en esa pérdida de noción del tiempo, pero por el frío que hacía. Nosotros estábamos tirados en el piso, y yo siempre de que me quería bañar, que me quería bañar. Porque claro, era un asco todo, mugre de todo tipo, sangre, todo. Entonces un día que yo pienso… que fue una noche, mejor dicho, un frío terrible. Y entonces empezaron “bueno bueno, levántense, se van a bañar porque esta hija de puta quiere bañarse así que se van a bañar ustedes también”. Entonces toda la perorata, los insultos, el destrato. Y además es como querer ese antagonismo entre que “ah, van a pasar por este..” que era agua congelada, no estamos hablando de agua calentita, estamos hablando de agua congelada.

 

09:19:22

NA: El baño, digamos, por decirlo así, eran tazas en el piso, tres tazas en el piso había y al lado había una sala, una pieza con unos caños amarillos todos descascarados, ¿viste? Que eran las duchas. De ahí es que yo me fui haciendo la idea de que estaba como en un gimnasio, ¿viste?

 

19:59:19

NA: Ellos también por supuesto que jugaban con todo aquello de que, bueno, mujer con todo el resto de los compañeros varones… la cabecita, cero, ¿no? Como que te va a preocupar y que alguien podía… una forma de menospreciarte, de bajeza. Por supuesto nosotros estábamos muy por encima por suerte de toda esa situación.

 

20:34:16

NA: Abajo de toda esa agua helada. Arriba… si esto fuera la pieza, sobre este lado, todo acá estaban las distintas duchas, los distintos caños, que no eran lluvia, eran caños. Y sobre aquel lado habían unas ventanas arriba, altas. Y bueno, uno claro, una vez que te sacás la capcucha querés situarte, ver. Y entonces yo ahí lo que veía era un resplandor, por eso creo que era de noche además, el resplandor de unas luces. Y entonces un resplandor, unas luces azules de neón, pero no las identificaba. Pero después en otras oportunidades, ¿ellos qué hacían? Me llevaban a ese mismo lugar, con capucha y todo, pero para que yo lavara… había una canilla chiquita, bajita, para que yo ahí lavara la ropa de los compañeros que por supuesto estaba llena de sangre, de vómito, de todo, ¿no? Entonces en esos momentos mientras que ellos ahí conversaban, como que se distraían de alguna manera un poco, yo pispeando a ver. Y un día llegué a ver que lo que yo veían eran las letras que eran “a”, “s”, “s”, “e”. Entonces yo me mataba pensando, ¿asse? Fue lo único que logré identificar el espacio exterior.

 

22:47:01

E: ¿Eras la única mujer o percibiste que había otras mujeres?

 

NA: No, no percibí que había otras mujeres. En ese momento no lo percibí que había otras mujeres. Además cuando sentía los gritos, las torturas y eso, no eran voces de mujer, no eran voces de mujer.

 

23:07:15

E: ¿Tuviste posibilidad de hablar con algún compañero en algún momento?

 

NA: Jamás, nada, nada. En el único momento en que tuve posibilidad de ver un compañero fue después, que nos llevaron al juzgado, y ahí estaba otro de los compañeros del sindicato que nos tomaron la declaración juntos. Y eso fue en el único momento, pero ya en otra etapa.

 

E: ¿No fue estando en el CGIOR?

 

NA: No fue estando ahí.

 

23:49:20

 

NA: Además de esa música atroz, que te calaba, estridente, bien que no te dejaba ni un segundo. Ellos a veces… también pienso que era de noche cuando lo hacían, tiraban huesos encima nuestro, que estábamos ahí en el piso, tiraban huesos y soltaban unos rottweiler que había. Yo aclaro que le tengo terror a los perros, y te podés imaginar en esa situación, y con ese tipo de animales. Entonces el propio miedo te paralizaba, no podías pestañear, porque no sabías como esos animales podían reaccionar, digamos.

 

25:37:19

NA: Yo a veces pedía para pararme y lo que hacía era miraba hacia abajo de la capucha, el piso, ¿no? Y veía las baldosas. Y yo contaba digamos cuatro baldosas para acá, cuatro baldosas para allá, haciendo un cuadradito. Y ahí me tropecé por ejemplo, ahí me di cuenta y supe que había unas grandes columnas, que eran las que sostenían digamos, no sé, lo que fuera, pero que había unas enormes columnas. Que después cuando pude ingresar con el juez, que por supuesto nada que ver con lo que era en ese momento el interior, ¿no? Pero las columnas existían, estaban.

 

26:58:13

NA: Los ruidos tenía grabado y tengo grabado que dos veces al día sentía una… viste la carnicería, que corta la carne, una sierra. También, vos te hacías: “¿dónde estoy que siento una sierra?”, que identificabas que era una sierra de carnicería, que identificabas, que cortaba… “¿pero donde estoy?” digo. Tratando siempre de unir, uno pensando, tratando de unir. Y nunca lo pude. Pero cuando pude ingresar con el juez, hacer todo el recorrido, todo por adentro, que fui a pesar del cambio abismal, porque absolutamente abismal, pero había cosas como el tema de las columnas y esas cosas que no tenían cómo disfrazar eso, ¿no? Más allá de las piedras preciosas con los colores, el piso flotante y todos los mambos. Yo buscaba porque yo le había dicho al juez que yo sentía esa sierra, y yo buscaba esa cierra. También me hacía la hipótesis, “mirá si después de tantos años va a existir esa sierra ahí. Soy un…” Pero era como una obsesión esa sierra para mí. Pero bueno, recorrimos todo el lugar con el juez, el actuario, yo tuve que pedir si no iba mi hijo o mi compañero conmigo porque yo casi no podía caminar, entonces tenía que andar una silla para sentarme y todo eso. Y permitieron que fuera mi hijo Alexey, el hijo mayor. Y bueno, fuimos por todos lados y había cosas que fui reconociendo, lugares, escaleras, remembrando todo aquello por donde vos habías sido arrastrado. Pero me faltaba la sierra. El juez al entrar me dijo, porque atrás teníamos al comando entero, todos atrás, y entonces el juez dijo “bueno, usted solamente lo que sea me lo va diciendo a mí. Y si hay algo que pedir o algo que usted quiera ver soy yo el que transmito”, digamos, ¿no? Y sí, tal cual, yo decía “quiero ver acá”, porque estaba todo trancado, todo cerrado, “quiero ver ahí”, y ta, ellos iban, con sus… pero abrían. Y bueno, entonces cuando ya estábamos casi terminando toda esa recorrida, veo un pasillo así, algo con olor a comida. Digo “quiero ir por ahí”, y ahí me encontré con que a mi mano derecha había una cocina, que había dos funcionarios en ese momento. Y yo miraba y miraba y no veía la sierra por ningún lado, me empecinaba. Y de repente me doy vuelta y enfrente había dos puertas antiguas, pero dos juegos de puertas azules, trancadas con candados, y yo digo “quiero ver ahí” y ahí estaba la sierra.

 

30:47:21

 

NA: Se ve que la usaban para cortar los huesos, la comida, lo que nos daban, esas grasas.

 

E: ¿Fue una tranquilidad, que sentiste cuando viste la sierra ahí?

 

NA: (Suspira y se emociona) Fue como un sentido de que bueno, sí, ese era el lugar. Ese es el lugar donde estuve. No hay peor cosa que cuando uno no sabe y está siempre en tu cabecita.

 

34:14:00

 

NA: Yo, pero es una suposición mía que tenían que cambiar porque estaban siempre las 24 horas, ahí siempre había gente. Además, te llevaban a la tortura, a colgarte, a picanearte, todo eso, en cualquier momento, nunca sabías.

 

E: ¿Vos decís que te hacían subir una escalera para la sala de tortura?

 

NA: Sí, había una escalera para subir.

 

E: ¿Era una sala sola o pudiste identificar otra?

 

NA: No, donde te colgaban y eso era un lugar y había un tacho también ahí, había un sillón de esos antiguos de dos plazas, que era donde… porque las veces que quedé nocaut, cuando me revivían estaba en ese sillón.

 

36:02:13

 

NA: Me llevaron al 13, de Infantería. Ahí estaba en un calabozo, no me movía, no podía caminar, nada. Y ahí sentía las voces y los gritos de otros compañeros que pidieron por ejemplo para ir al baño, ¿no? Que eran lugares, celditas chiquititas. Y bueno, yo estaba con una diarrea, con vómitos, no me podía sostener parada, ¿no? Y pedía para ir al baño también y en un momento en que fui, abren la puerta para sacarme hacia el baño, ahí no tenía capucha, identifico al que vendría a ser el oficial primero digamos, ¿no?

 

37:53:22

 

E: ¿Cuánto tiempo crees que estuviste en el CGIOR?

 

NA: Yo creo que varios meses, por lo menos agosto… por setiembre, ahí, cuando recién salí de ahí.

 

E: Cuando te llevan al juzgado, ¿y después del juzgado volvés?

 

NA: No, cuando me llevan al juzgado ya no estaba en el CGIOR, estaba en el 13.

 

38:18:22

 

E: O sea que a vos te trasladaban aproximadamente en agosto, setiembre, al 13. ¿Saliste muy mal del CGIOR?

 

NA: Y yo no caminaba, no me sostenía parada.

 

E: ¿La tortura continuó con la misma intensidad durante todo ese tiempo o fue variando?

 

NA: No, la intensidad fue muy alta, muy muy alta.

 

E: ¿Vos sentís que no hubo ningún momento en que te dejaran… de alivio?

 

NA: Los momentos de alivio era entre una y otra tortura, entre que te bajaran y te subieran. Eran esos los momentos de alivio. No había una forma de dimensionar eso. Pero decir “te dejo ahí x tiempo”, porque era imposible el tiempo, ahí es imposible de dimensionar. Pero de decir “estoy, no sé, estoy varios días que no me llevan a la tortura y eso”, no.

 

41:07:16

 

NA: Antes de ir al juzgado me internaron en el Militar. Yo no sé como sobrevivía, la capacidad del ser humano de supervivencia la verdad que es algo que uno nunca dimensiona lo suficiente, ¿no?

 

45:32:12

 

NA: Yo entiendo, esto no es fácil de hablar, no es fácil de decir. Es revivir momentos terribles. Pero tiene que ser sabido, porque nosotros nos vamos muriendo, yo veo cómo se van muriendo todos los compañeros de la generación nuestra, digamos, que tenemos un palo encima muy grande. Y después, somos la historia viviente de lo que pasó. Entonces es una obligación para nosotros, yo siento que tengo una obligación.

 

01:10:24:20

 

NA: Si bien por supuesto yo quedé con un 40 y un 60% menos de movilidad, el que me ve generalmente no es algo que se visualice si no lo sabés. Pero sí, tengo un 40 y un 60% menos de movilidad, entre otras muchas otras nanas, ¿no? Así que… pero de todas maneras, estamos en el camino correcto, estamos en el camino correcto y volveríamos todas las veces que fuera necesario.

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