Carlos Amir estuvo detenido en el Ex CGior en el año 1971, entre febrero y agosto (permaneció 6 meses). Había sido detenido en enero de 1971 pero permaneció un mes en la Jefatura de Policía de Montevideo, luego fue trasladado al Ex CGior.
Militancia: En el momento en que fue detenido pertenecía al Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros (MLN-T).
Observaciones: Entrevista colectiva junto a Elbio Ferrario y Enrique Bernier. (Relato: Tuvimos un encuentro previo con Carlos Amir, el martes 9 de noviembre en donde abordamos el tema de la entrevista. En dicho encuentro Carlos nos sugirió la posibilidad de realizar una entrevista colectiva junto a dos compañeros, Ferrario y Bernier, lo que consideramos un aporte fundamental al proyecto).
Entrevistadoras: Magdalena Figueredo (Lic. en Historia) y Graciana Sagastea (Lic. en Historia).
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Fragmento de la entrevista
Transcripción completa de la entrevista
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CARLOS AMIR: Hola, yo soy Carlos Amir y también estuve preso en el CGIOR en el año 71. Ahí relacionado, digamos, con el MLN. Y estuve unos 6 meses más o menos, primero en jefatura y después en el CGIOR. El juez me dio la libertad, pero en esa época aunque te daban la libertad igual te mantenían algunos meses o por medidas de seguridad o algo así. Yo había estado antes ya por conflicto bancario, había estado preso en distintos cuarteles con otra cantidad de gente del banco que trabajaba y del sindicato, pero había sido mucho antes. Fue en el 68, que fue un año muy particular. En principio, eso.
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CA: Había sido detenido ahí a mediados de enero del 71 con un par de compañeros. Y bueno, en el momento de la detención no pasó nada, simplemente me llevaron a jefatura. En jefatura sí hubo tortura, maltrato, como le quieras llamar, golpes, plantones, largos plantones, muchas horas, mucho tiempo sin dormir, cosas de esas. Y bueno, eso habrá durado… estuve en jefatura cerca de un mes, me parece. En medio de eso fuimos además a juez, el juez como ya dije decretó mi libertad. Y bueno, y ahí fui a dar el CGIOR. O sea que desde febrero, más o menos, mediados de febrero hasta mediados de agosto, o sea que fueron seis meses, estuve en el CGIOR. Y si, ahí me encontré con compañeros que ya habían sido o a posteriori de eso compañeros que venían de Punta Carretas después de cumplir su pena y los dejaban otro tiempo más por medidas de seguridad, y algunos que habían solicitado irse para afuera del país, en ese momento la alternativa era Chile, y entonces pasaron decenas de compañeros. El más veterano de todo, que recuerdo claramente, era este Cultelli, don Andrés Cultelli, que en aquel entonces no era viejo, en aquel entonces Cultelli tenía 50 años, pero ya le decíamos «el viejo» porque todos teníamos veintipico. Y bueno, y después llegó toda otra serie de gente que eran de la FAU, dónde estaban Cores, el Hugo Cores, que era compañero mío del sindicato, estaban los dos Gatti, tanto Mauricio como Gerardo. Estaba el después conocido «perro» Pérez… el «perro» Pérez era de FUNSA pero no estaba, el «perro» Vázquez, hermano de Tabaré. ¿Y qué otra gente así medio conocida? Bueno, gente que al poco tiempo tuvo otro destino, que fue como morirse, que fue… bah, lo mataron, tipo Ibero Gutiérrez.
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CA: También nos dejaron salir y juntarnos y discutir. No estábamos a los gritos, estábamos charlando bajo. Pero recuerdo claramente que había tres o cuatro personajes que ya los nombré, pero ahora lo nombro para esto, que eran los que un poco estaban diciendo su manera de ver el Uruguay y el mundo en ese momento. Y que por supuesto era Cultelli, con su cuaderno, que tenía pila de apuntes… a quien, digamos, con quiénes más un poco discrepaba, si bien había muchísimas cosas en común, era justamente con Gerardo y también con el Hugo Cores, a pesar de que un poco menos. Y bueno, pero eran sobre personajes cada cual dentro de su organización política y eso lo podíamos hacer muy tranquilos, ¿no? Tomando mate, charlando ahí, pero no teníamos inconvenientes. Iba el que quería, no era que se pedía permiso. Así como salíamos a charlar de fútbol o lo que fuera, se podía hablar de eso. Por eso es que yo digo que no lo recordé a eso y uniendo a lo de la convivencia entre nosotros, que en general fue buena, y que la mayor parte éramos más o menos de una misma generación. Sin ser aquel que era más chiquito pero casi
todo estábamos entre los 20 y los 30, y los más grandes eran tres o cuatro nomás, que andaban en los 40 y pico o 50.
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CA: También, lo recuerdo de esa manera. Si bien estábamos sin la libertad de andar en la calle y con alguno de estos problemas de la comida o algo de eso, pero será que relativiza uno lo que pasó después, que se puso mucho más duro. Ahí en general a no ser estos incidentes que nombramos un poco se podía estar, pasar. Te faltaba la libertad, te habían dado la libertad pero por medidas de seguridad estabas ahí, que fue muy común en el gobierno de Pacheco muchas medidas de seguridad. Que es lo que a veces la derecha acá no acepta, que todo se le echa la culpa a la gente que peleaba, o a la guerrilla o a los sindicatos, es decir, pero no, no, fue habiendo poco a poco una disminución de la libertad social y que no era solo para los revolucionarios.
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ENTREVISTADORA: De alguna manera se daba la posibilidad de intercambiar entre ustedes…
CA: Permanente
ENRIQUE BERNIER: Totalmente, acordate que estábamos todos en un barracón.
CA: Mirá que era una cosa más o menos como es esto, de acá hasta allá, no era mucho más grande, con un par de mesas al medio, colchones de aquel lado, colchones de este lado. Había gente que pasaba horas sentada en los colchones leyendo. Y si no en la mesa, charlando o jugando a las cartas, o leyendo también, o saliendo al patio, a la Plaza de Armas.
EB: Vos sabés que lo que no recuerdo es que nos permitieran salir al patio.
CA: Sí, salíamos sí.
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ELBIO FERRARIO: Fines del 70.
CA: Fines del 70, los últimos meses del 70. Por lo cual el tratar de conversar un poco en el 71. Y sí… pero digo, no sabía que había estado esa conversación con el comandante, no sabía. Pero sí, porque los propios militares acordate que tenían… no había una sola opinión, ahí adentro había más de una opinión, y bueno. Y yo que sé, creo que tendrían sus dudas si meterse o no en política, si meterse o no a dar palo, y más que palo, o qué hacer, que al final se los definió. Pero fue una época de ver, de parte de ellos, ¿no?, una época de reubicarse.
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CA: Es decir, que no te dejarán entrar diarios ni radio… pero en Punta Carretas no sé si le dejaron entrar diarios, pero la radio sí en cada celda tenían radio si querían y estaban informados. Mirá, no me acordaba de eso, o sea que también ahí empieza a recortarse. Claro, es toda una época en que se van recortando derechos, que se arrogaban el derecho de no darte bolilla, es decir no tienen derecho a informarse. Y la verdad que sí, apenas nos informábamos si los familiares tenían alguna…
EB: Algún interés político.
CA: Claro, de decir «mirá, esta semana pasó tal cosa o tal otra». Pero ahí no escuchábamos radio, no teníamos radios.
E: Tenían libros, por lo que me comentaban.
CA: Libros sí, libro sí podíamos leer. Y ahí si te traían libros, leíamos. Pero de información no.
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E: ¿Con el baño había libertad de movimiento?
CA: Tenías que pedir permiso. Acuérdense que en la puerte siempre había uno o dos guardias, siempre estaban cuidando.
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CA: Me parecía que comíamos en la propia barraca.
EB: No.
CA: Ah, mirá.
EB: Mientras estuve yo no. Eso me acuerdo clarito.
CA: No no, pero si ustedes se acuerdan de eso, yo me olvidé.
EB: Tampoco daba el espacio, acordate que tirábamos los colchones y quedaba un pasillo en el medio.
CA: Ta, pero doblás los colchones y listo. (risas)
EB: Sí sí, tenés razón sí. Pero no recuerdo.
CA: Por eso me mareaba un poquito. Entonces sería así, sí.
EF: Lo que pasa es que teníamos comida también que llevaban los familiares. Que ahí la comíamos en la mesa.
EB: Que ahí compartíamos y comíamos.
CA: Sí, ahí arriba de la mesa había libros y comida, comida que nosotros mismos teníamos y poníamos ahí, mate, jugábamos a las cartas. Pero puede ser sí, entonces sería así. Era un ambiente… el ambiente largo, no sé, le podríamos poner ¿20, 25 metros? Vos que sos arquitecto.
EF: Sí, más o menos, unos 20 metros.
CA: Y ahí dos o tres mesas que podrían llevar 10 metros supongo, más o menos, y después todo lo demás. Es decir, colchones allá, colchones acá, es decir que te dejaban pasar. Entonces yo decía de doblarlos no era en broma, yo no sé si nos los hacían doblar o no, me acuerdo que sí había gente que siempre estaba sentada en los colchones leyendo, eso me acuerdo. Y no me acordaba dónde comíamos, entonces no comíamos en esas mesas sino donde ustedes dicen ustedes allá, yo de eso no me acordaba.
EF: Ahí comíamos cosas que teníamos.
CA: Claro. Pero digamos, el desayuno, el almuerzo y la cena…
EB: Era allá.
CA: Era allá… ah, mirá, no me acordaba. Sobre la calle República. Claro, ah, no me acordaba de eso.
EF: Que ahí fue donde dijimos «no vamos a comer. Nos quedamos».
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CA: Porque ese ambiente tenía tenía dos o tres ventanas, ¿cuántas tenía? Porque estaba la puerta, que es lo que estaba…
EF: Y por lo menos 3 ventanas había.
CA: Tres ventanas y la puerta…
EB: Todo hasta la Plaza de Armas.
CA: Más allá hacia la Plaza de Armas,
EB: Para el otro lado no había nada, era todo muro.
CA: Claro, no, claro. sí, que hasta habíamos pensado…
EB: Sí, en alguna cosa (risas)
CA: Como la pared daba para afuera, para el otro lado… lo que después otros hicieron, nosotros dijimos «acá no sería nada difícil», pero no lo hicimos.
EF: Porque hay una entrada de autos del otro lado.
CA: Claro, hay una entrada de autos que lo que está ahí es el Comunal o no sé qué.
EF: Es de la intendencia, era un servicio de higiene de la Intendencia.
CA: Sí, no sé qué era de la Intendencia, pero ahora es comunal. Y alguna vez… porque estaba media rota la pared… (risas) Y medio jodiendo dijimos «entonces capaz que si seguís ahí capaz que…»
EB: Si seguís escarbando capaz que llegamos a algún lado.
CA: Pero como estábamos…
EB: De paso.
CA: Íbamos a salir en poco tiempo, nadie… Y la verdad que sí, no valía la pena, si no hubiésemos ido en cana enseguida.
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CA: Ah, ¿el ambiente? Para mí, digamos, porque acá es la impresión de cada uno. Ese era el asunto, el ambiente, esas eran las mesas, esos eran los colchones, las actividades eran más o menos esas. Y era charlar, leer, porque no había radio para escuchar, instrumentos tampoco nos dejaban llevar, ¿no?
EB: No recuerdo nadie que tocara ningún instrumento ahí.
EF: No, se cantaba. Había compañeros que cantaban bien.
CA: Cantar sí, pero tocar guitarra no. Pero estábamos entre nosotros, y era tranquilo, era tranquilo. Ahora ellos aclaran esto, que la comida para mí era en esa mesa… pero si no ahí había que levantar todo y de eso yo tampoco me acordaba. Pero era bastante tranquilo, de mucha convivencia, intercambio, tomar mate. Y tanto hablabas de política como de tu familia. Hay que recordar que éramos todos bastante jóvenes, ¿no? Muy jóvenes, entre 20 y 30 era la mayoría. Y bueno, todo muchachada, que yo creo que lo que había… la situación te hacía ser de determinada manera.